Revista Farmacéuticos - Nº 137 - Abril / Junio 2019 - page 25

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Pliegos de Rebotica
2018
D
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eborah Reef firmó el finiquito, colocó
en una caja sus efectos personales, se
despidió de los compañeros y cursó
instrucciones para que le trasladaran
el acuario a su domicilio. En escasas
horas había sufrido la privación simultánea de sus
dos pasiones: la del Dr. Cristóbal Schwartz y la de
su pez Scarus; un animal capaz de devorar papel de
desecho y transformarlo en proteínas de altísimo
valor biológico. Aun así, el laboratorio cerraba la
línea transgénica de investigación. ¿Motivos? Pues
que los peces se volvían estériles.Vivían veinte años,
sí; pero no estaban capacitados para procrear. El
resto no me apetece contarlo ahora. Estoy muy
afectada.
No fue hasta el cabo de unos días que
instalaron el acuario en el salón de Deborah; un
tanque envuelto en resplandor azul, algas verdes
efervescentes y suaves murmullos de roca y
arenas blancas, cuasi lunares, tapizando el fondo.
¿Peces?: sólo sobrevivieron cinco al traslado.Y
mi scarus favorito, una hermosa hembra
transgénica a quien mis compañeros apodaron
Devoralibros, inánime sobre la quietud de la
arena. Por más que los nudillos de Deborah
golpearan el cristal, Devoralibros no
reaccionaba.
—Son muy sensibles a los cambios
medioambientales —recuerda que le había
comentado el Dr. Schwartz una lejana mañana,
mientras le ceñía con un
brazo la cintura—. Se
hacen los
muertos.
Con intención de reanimarlo, Deborah Reef,
mujer de belleza inquietante, tierna en arrugas y
plena de ese atractivo enfermizo de las batas de
laboratorio, se encamina al mueble librería,
anaquel “libros que no volveré a abrir”, toma un
ejemplar de
fuego y furia
, arranca una hoja y
hace pedazos a Donald Trump. Confeti diría yo.
Se acerca al tanque y crea una lluvia de maná
sobre la seda azul del agua.
En una playa paradisíaca del atolón de las
Maldivas, una Deborah diez años más joven
atrapaba finísimas partículas blancas, dejándolas
caer a modo de reloj de arena con el puño
cerrado. Junto a ella el Dr. Cristóbal Schwartz,
futuro responsable de I+D+I de la
MULTINATIONAL TRANSGENIC CO., se
explayaba explicando la génesis de aquellas
playas mientras capturaba imágenes de Deborah
caminando desnuda: cabello empapado, hombros
de oro, hoyuelos en las corvas, tobillos finísimos.
Marina blanca con mujer al fondo
. Regalo del Dr.
Schwartz. La conservo en un marco de alpaca,
bajo el espejo veneciano que tapiza la pared del
recibidor.Y guardo también,
como si viviera en el interior
de un sueño muy, muy lejano,
la conversación con
Cristóbal en aquella
playa.
—La blancura de estas
playas son el producto
de la digestión de esos
peces: convierten en
Andrés Morales Rotger
Marina blanca
con mujer al fondo
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