Revista Farmacéuticos - Nº 137 - Abril / Junio 2019 - page 32

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n 1926 un acontecimiento trascendental
y sintomático en la historia social de la
mujer española se produjo en Madrid.
La fundación del
Lyceum Club
femenino.
Cuando el campo de acción de la mujer
en nuestro país se confundía casi con el de la
mujer oriental, un grupo de mujeres españolas
inteligentes concibió y lanzó la idea de reunirse
para cambiar ideas sin ingerencias ni cortapisas
del varón; para organizar conferencias,
exposiciones, conciertos, lecturas teatrales. Un
organismo eficaz para la elaboración de un nuevo
espíritu femenino para sustituir al ya caduco que
imperaba en España. Una cultura sin pedantería.
Y todo eso sin ayudas estatales ni particulares,
simplemente con las cuotas de las socias: 25
pesetas de solicitud de ingreso y 5 pesetas de
cuota mensual. El criterio para formar parte de
este club era de formación, no de ideología.
Podían ser solteras o casadas, de cualquier clase
social aunque es de suponer que si exigían un
mínimo de formación, pertenecerían a las clases
media y alta. No importaba tampoco la
inclinación sexual de las socias.
Los sectores más conservadores de Madrid
comenzaron a llamarlas “el Club de las maridas” por
la categoría social de los maridos de muchas de ellas.
Entre las asociadas, Rosa Spottorno mujer de Ortega
y Gaset, y Dolores Moya mujer de Marañón.
No habría socios varones, estos solo podrían ir
de visita a tomar un té o a impartir conferencias.
Comenzaron con 100 socias. La mas brillante
generación de
mujeres de España
hasta esa fecha:
María de Maeztu,
Victoria Kent,
Mabel Pérez de
Ayala, Isabel
Oyarzábal, Clara
Campoamor,
Victorina Durán,
Ernestina de
Champourcín, Encarnación Aragoneses (Elena
Fortún), Maruja Mallo, Zenobia Camprubí y un
largo etcétera que iremos viendo.
La dictadura de Primo de Rivera daba sus últimos
coletazos. Como primera sede eligieron la calle
Infantas en la Casa de las Siete Chimeneas. Allí se
reunían las socias para disfrutar de una insólita
independencia jamás vista hasta entonces.
Disponían de un salón con piano de cola para
conciertos y en él se daban conferencias casi a
diario. Una sala de té decorada elegantemente, una
sala de bridge y varios espacios diferentes para
dar cabida a cualquier acto que significara cultura.
Los ataques no se hicieron esperar comenzando
por la Unión de Damas Españolas del Sagrado
Corazón. Esta asociación defendía una figura
femenina en la que la mujer debía ser el ángel del
hogar y predicar con el ejemplo de católica,
apostólica y romana. En la revista
Iris de la Paz
las
llaman “Club de solteras imposibles y casadas
desconocidas”. Algunas asociadas “hijas de María”
se vieron en la disyuntiva, ante las presiones de
su director espiritual, de darse de baja como
socias del
Lyceum
o devolver la medalla de
congregacionista. En alguna publicación católica
se hablaba de ellas como mujeres sin virtud ni
piedad, con las piernas al aire. Alguien bajo el
seudónimo de
Lorven
concluye su artículo
sentenciando que la sociedad haría muy bien
recluyendo a estas mujeres como locas o
criminales en lugar de permitirles clamar en el
club contra las leyes humanas y las divinas.
Cuando fueron a pedirle al gran dramaturgo
Jacinto Benavente una conferencia para el Club,
contestó:”No tengo tiempo, yo no puedo dar una
conferencia a tontas y a locas”. Por suerte otros
apoyaron esas iniciativas y el
Lyceum
acogería
actividades muy diversas.
Marisol Donis
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Pliegos de Rebotica
2019
LOS BOTICARIOS
Ni tontas
ni locas
lLyceum Madrid 1930
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