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El secreto de la
Torre del gallo
L
o que el Templo a Jerusalén, la Acrópolis a
Atenas, el Capitólio a Roma, eso fue para
León la Real Colegiata de San Isidoro.
Registro de bautismo. Solar de nacimiento.
Archivo del acontecer de la ciudad. Baluarte
en los días de guerra. Relicaro de los Santos
protectores.Templo de impetración y buen augurio.
Sancta Sanctorum, donde perpetuamente habita la
Divinidad. Altar de peregrinación. Panteón de Reyes.
Foro popular.Tribunal de ultima apelación.”
1
Así comienza su relato de la Colegiata el abad
Viñayo cuya primera referencia documentada la
tenemos en el año 966. En esa fecha se edificó
un humilde monasterio para alojar las reliquias
del niño martir cordobés, Pelayo; junto a otro
dedicado a San Juan Bautista. Pero no fue hasta la
subida al trono de León de los reyes Sancha y
Fernando (1037-1065) que esta humilde morada
de reliquias cristianas se reconstruyó en piedra,
ennobleciendo y consagrando el templo al
coincidir con la traslación desde Sevilla del
cuerpo de San Isidoro, el “
más sabio entre los
doctos y más docto entre los sabios
”, el 21 de
diciembre de 1063. A partir de esa fecha, el
Doctor de las Españas es el titular del
monasterio y su sepulcro uno de los más
venerados por los peregrinos a Santiago de
Compostela.
Desde entonces son numerosas las donaciones
que se realizan a la todopoderosa institución y
célebre abadía cuya titularidad disfrutaron
prelados áulicos y cardenales. Si exceptuamos,
pues, las de la propia arquitectura, escultura y
pintura –lo que le ha valido ser considerada por
la Fundación de Santa María la Real como el
primero de los edificios románicos de España-, y
nos centramos en el
Tesoro Capitular
, a cuya
Sala se accede por el husillo de los antiguos
palacios reales, podemos admirar un espacio
abovedado de grandes dimensiones conocido
como la Cámara de doña Sancha, porque en ella
habitó la santa infanta leonesa. A finales del siglo
XII el canónigo de esta Casa, Santo Martino,
convirtió esta estancia en Capilla de la Santa
Cruz, derribando la separación de naves que la
empequeñecía y volteándo una gran bóveda de
piedra toba, reforzada por arcos caberos.
En este recinto, donde es tradición considerar que
en ella pasaron parte de sus días la reina doña
Berenguela y Santo Martino, escribiendo su obra
Veteris ac Noui Testamenti
, se guardan joyas cumbres
del arte medieval, como el Arca de los Marfiles,
telas y bordados, y el Arca de San Isidoro.
Pero lo que por igual sorprende al viajero
ilustrado y al cofrade isidoriano, que aspira a
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Pliegos de Rebotica
2017
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José Fernández Chimeno
Vista interna de la Basílica del Santo Sepulcro
Basilica del Santo Sepulcro (Jerusalén)
1
VIÑAYO, A., “
La colegiata de San Isidoro-León
”. Edit. Everest, 1971. pág. 3