texto codificado por algún científico temeroso
del Santo Oficio, por las ilustraciones de plantas
y de astronomía que contiene, aunque también
hay quien afirma que se trata de un magnífico
engaño compuesto por un conjunto de palabras
y dibujos sin sentido. Lo cierto es que, a día de
hoy, nadie ha conseguido descifrar el texto del
Manuscrito Voynich (ni siquiera el famoso
criptógrafo Friedman, que fue capaz de
desentrañar el código púrpura de la marina
imperial japonesa), aunque hay quien afirma
haber logrado traducir una decena de palabras,
entre ellas “cilantro”, “enebro” y “centaurea”,
partiendo de los dibujos correspondientes.
También sobre su desconocido autor hay
múltiples versiones: desde un da Vinci de poco
más de 8 años, el matemático, astrólogo y mago
John Dee, hasta Roger Bacon que en el s. XIII
descubrió la nebulosa de Andrómeda (versión
poco probable porque el libro está datado en
1420), pasando por un anónimo botánico
mesoamericano. Lo mismo podemos decir del
lugar en el que fue escrito, que probablemente
fuera una ciudad italiana. Lo único que sabemos
a ciencia cierta es la época en que fue escrito y,
por tanto, que no es una falsificación del propio
Voynich: el siglo XV, por la datación del carbono
14. Lo que también parece certeza es que
cumple la ley de Zip, que se da en todos los
lenguajes conocidos. Esta ley establece que en
todas las lenguas la palabra más frecuente está
presente en un texto el doble de veces que la
segunda más frecuente y el triple que la tercera.
Los lenguajes artificiales no cumplen esta regla,
que no fue descubierta hasta siglos después.
El gran misterio del manuscrito Voynich para
quienes amamos la botánica son las
ilustraciones de plantas, muchas de ellas
desconocidas y algunas combinando flores, hojas
y raíces de distintas especies. Es la primera
sección del libro, en la que están presentes
algunas identificables como el pensamiento
silvestre o el helecho culantrillo. Otras
secciones, en las que aparecen figuras de
mujeres inmersas en agua y tuberías, se han
intentado identificar con la biología; y la sección
final podría ser una farmacopea. Sea lo que
fuera, un interesante enigma a resolver para un
boticario.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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