Revista Farmacéuticos - Nº 129 - Abril-Junio 2017 - page 32

que el anterior había vivido 15 años sin ella. Bueno
pues llegamos al sábado y se produce una llamada, de
la señorita que va entregar a los dos “hermanitos
gatos”, que les dice de entrada que no va a dárselos
porque ellos son dos personas viejas, y a partir de 70
años no se pueden entregar gatitos pequeños en
adopción.Yo cuando me entero me quedo asombrada
del razonamiento y forma de exponerlo. La palabra
“viejo” no ha estado en mi vocabulario de hospital
durante mis años de trabajo en él .
He presenciado
un caso grave de, CA de estomago de un
paciente, que acudió a la consulta de un
cirujano, y este le decía “no me enseñe el
carnet de identidad, porque su estado físico se
corresponde al de una persona con diez años
menos, usted no es viejo hombre, usted no es
viejo! y le operó y el paciente vivió cinco años
más, con una buena calidad de vida. ¡Qué
diferencia! ¿Verdad?
Y para remate, esta señorita me reprocha por
wasap
que yo haya mentido en cuanto a la edad del futuro
adoptante. En fin, guardo como recuerdo, el mensaje
con esas palabras tan avispadas como poco
acertadas, que como solución le propone al
adoptante perjudicado
” que coja gatos mayores
porque ellos van a faltar antes que los animales, y
estos se quedaran abandonados y solos.Y pobre
gato! porque esas situaciones les afectan mucho.Y yo
me pregunto ¿Y
el trato
de estas presuntas
aprendices con los humanos, no les afecta a estos
cuando les dicen palabras que duelen, cuando trazan
una línea divisoria para llamarles “viejos”?
¿Pero por qué no se informan antes?
Este señor tiene hijo y nieta en esta ciudad de Madrid,
y les encantan los animales. Repito, ¿porque no se
informan antes? ¿Por qué no llevan control de calidad
en comportamientos?
Por qué no se evitan esos comentarios humillantes
“de es usted viejo” para tener un gato o un perro?
Hago hincapié en este tema, porque mi cercanía ha
sido grande con los hospitales y
he luchado por evitar que
se dijesen
palabras que duelen. Mi amigo Alfonso, el adoptante
del gato, un hombre de economía muy ajustada a su
modo de vida, hizo un esfuerzo importante, con
ilusión por tener a dos componentes nuevos en la
familia, y todo resultó un fiasco por las formas
impresentables de unas normas –impresentable las
formas no las normas– que podría haberse planteado
educadamente y no en forma borde, como resultó al
afirmar que todo había sido intencionado engañando
en el tema edad. Lo que logra este tipo de personas,
es que se pierda la confianza en estos centros y que
no queramos saber nunca más de ellos.
Yo poseo un gatito que fue abandonado de pequeño y
le crié con una jeringa y leche de “ídem”, y creo que
antes de que termine el año encontrare otro gatito de
la sierra de Madrid de donde es el mío, para
entregárselo al matrimonio de aquel hombre de la
mirada perdida, tan humillantemente tratado por
alguien que lo primero que necesita es aprender
humildad y educación.
Al resto de voluntarios, correctos, que seguro habrá
muchos, les deseo que continúen en la misma línea
porque una de las formas para medir el avance de una
sociedad, podría ser observar como se trata a los
niños, a los ancianos, a los más débiles y a los
animales.
Diógenes de Sinope, filósofo griego, empleó la frase
que decía "
Cuanto más conozco
a
la gente
,
más
quiero
a
mi perro
".Yo lo haría extensivo al gato
porque su cariño ha resultado ser de gran beneficio
para personas que padecen una importante soledad, y
puede comprobarse que cada vez más, existen
residencias de ancianos que permiten que sus
ocupantes lleven con ellos a sus gatos. Los gatos son
una buena compañía para aquellas personas con una
mermada movilidad. Por su inteligencia y el lenguaje
de sus gestos resultan unos pequeños enfermeros del
espíritu. Con situaciones como la aquí descrita, y
pensando en el amor de un gato, solo puedo
solidarizarme con la frase estrella, "
Cuanto más
conozco a la gente, más quiero a mi gato
".
¡VIVA DIOGENES!
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