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n este año de centenarios, Antonio
Buero Vallejo también hubiera cumplido
cien años. Desde su inicio en el mundo
del teatro, el dramaturgo de Guadalajara
mantuvo siempre una atenta mirada
hacia su alrededor, hacia la sociedad de una
España que salía de un fratricida guerra incivil y
entraba en una dictadura voraz.
Es el teatro la manifestación cultural y literaria
que mayores posibilidades tiene siempre de
incidir en la sociedad, en los individuos y en la
mentalidad de sus ciudadanos.Y este hecho, a su
vez, es el que dificulta en tantas ocasiones la
posibilidad de dar rienda suelta a sus propósitos,
de asentarse en un tiempo concreto y en una
circunstancias que vienen determinadas por el
fluir de la vida.
Lo contrario a un teatro reivindicativo y crítico
es una manifestación
ceñida y adaptada a
unos requisitos que el
poder y el estamento
oficial exigen.Y esto era
lo habitual en ese
momento en el que la
censura y el inquisitorial
mundo oficioso de
estos años no permitían
nada que no estuviera
bendecido por los
entresijos de la
dictadura.
2
La aparición en la
escena de “Historia de
una escalera” supone un
inmenso apoyo a
quienes estaban
comprometidos con una
nueva manera de
entender el hecho
teatral. Los
planteamientos que se
reflejaban en las carteleras del momento, en los
diversos teatros comerciales de Madrid, eran el
resultado de una situación política y social muy
concreta, dominada por una oficialidad que todo
lo observaba, que ejercía un control en todos sus
movimientos. Nada escapaba a la censura, al lápiz
rojo de sus miradas. Por eso la obra inicial de
Buero Vallejo sorprendió desde su estreno por
ese chorro de agua fresca que se derramaba
sobre el teatro español, por esos planteamientos
que, de alguna manera, contradecían la norma de
estos años difíciles.
Convertir el rellano de una humilde escalera de
una casa de vecinos en escenario de una historia,
donde los personajes entran y salen, se
relacionan, aman y sufren su realidad, era toda
una osadía.
Si unimos a estos rasgos realistas un lenguaje que
reflejaba la procedencia social de cada uno de
ellos, y si además el
argumento de la obra va
desenmascarando una vida de
apreturas, de incomodidades,
de grandes sacrificios, y todo
ello desde un dominio poético
y literario profundo, el
producto es todo un acierto,
toda una novedad
sorprendente que se asentaba
en la sociedad española con
aires renovadores.
3
Todos los jóvenes escritores
de teatro que conformarían la
Generación del 50 van a
asumir a Buero Vallejo como
modelo de sus producciones:
José María Rodríguez Méndez,
Martín Recuerda o Lauro
Olmo verán reflejados sus
deseos de cambio en su
teatro, desde el inicio, y
reconocerán su magisterio. A
partir de ahora, cada estreno
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Pliegos de Rebotica
´2016
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José María Muñoz Quirós
La poética de una mirada
Antonio Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo