verdadero genio, el
auténtico escritor
termina siempre
imponiendo su
concepto de la sociedad
de su tiempo. Se ha
dicho que hay
escritores que son
hijos de su época,
aunque existen otros,
los menos, que no son
únicamente padres de
su generación sino de su época, y entre ellos
están Miguel de Cervantes y Rubén Darío. Sobre
Cervantes se ha dicho casi todo; de Rubén
Darío debemos recordar, especialmente, el
comienzo del epitafio que le dedicó Antonio
Machado:
Si era toda en tu verso la armonía del mundo,
¿dónde fuiste Darío la armonía a buscar?
Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,
corazón asombrado de la música austral.
Cervantes y Rubén Darío unidos en estos
centenarios, en estas conmemoraciones, por su
gran amor a España, al idioma, a la cultura.Y en
el centro de todo esto nos encontramos con
Alonso Quijano y La Mancha, es decir, con la
región más universal, el sentido literario, y con
los autores más referenciales. Lo mismo que
toda filosofía no es más que una nota a pie de
página de Platón", como escribió Edwar C.
Riley, "toda prosa de ficción es una variante del
Quijote
". Lo confirma también Miguel de
Unamuno: "¿Hay una filosofía española, mi Don
Quijote?", y esta es la contestación del autor de
La agonía del cristianismo
: "Sí, la tuya, la filosofía
de Dulcinea, la de creer, la de crear la verdad", la
que "ni surge de silogismos ni de laboratorios",
porque surge del corazón". De ahí que la locura
que padece Don Quijote no sea otra cosa que
entender la realidad desde otras perspectivas,
desde otros estratos de la razón. O sea, que
Cervantes se adelantó nada menos que tres o
cuatro siglos al invento del realismo mágico.
Sabido es que el célebre discurso de Don
Quijote antes de entrar en batalla contra los
rebaños de ovejas y carneros que a él le
parecieron todo un
ejército, entusiasmaba
a Rubén Darío. Como
escribió el profesor
Antonio Oliver
Belmás, "el enfático
discurso del Caballero
de la Triste Figura
tiene, en esta ocasión,
una cadencia que,
como la música de
Wagner, resuena
también en el oído sensibilísimo del gran poeta".
Y así, influenciado por la exaltación quijotesca,
por el vibrante lenguaje cervantino, un día de
mayo de 1895 nace
La marcha triunfal
, uno de
los poemas más celebrados de cuantos se han
escrito en lengua española. Leyéndole
recordamos a poetas como Joseph Brodsky,
sobre todo cuando manifiesta que la realidad en
sí misma no vale nada, que es la perfección el
sentido más alto de la literatura, lo que la eleva
a obra de arte. Es evidente que el modernismo
estuvo y aún está en los cimientos de la lírica y
del pensamiento, el que lo incorporó a una
nueva manera de ver y sentir la vida,Y Rubén
Darío fue uno de los precursores, un
modernista en el sentido más amplio y
perdurable de aquel movimiento literario y
artístico.
Sucede que en 1905, el autor de
Cantos e vida y
esperanza
se hallaba en Madrid sintiéndose
influenciado del gran fervor con que los
españoles se preparaban para celebrar el tercer
centenario de la muerte de Cervantes.Y es
entonces cuando Rubén Darío entiende que
aquella conmemoración no es solamente un
deber de España, sino, a la vez, de todos los
países que se expresan en nuestro idioma, y pide
un lugar en los fastos de la celebración. Es
entonces cuando proyecta su viaje a La Mancha,
a la que dedica artículos y poemas que ya
figuran en la cultura iberoamericana, como esta
Letanía de nuestro señor Don Quijote
, de la que
transcribo este fragmento: "¡Tiembla la floresta
del laurel del mundo!,/ y antes que tu hermano
vago, Segismundo,/ el pálido Hamlet te ofrece
una flor". Todo un bello homenaje de Rubén
Darío a Miguel de Cervantes.
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Pliegos de Rebotica
´2016
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Rubén Darío