Revista Farmacéuticos - Nº 127 - Octubre/Diciembre 2016 - page 23

capitanes con la consiguiente sublevación en el Puerto
de San Julián, durante la larga invernada, que costó
sangre, muerte y abandono en una isla de algunos de
los expedicionarios. Sin duda el episodio más triste (y
dramático) de uno de los hechos más trascendente de
la Historia Universal, protagonizado, al mando, por uno
de sus más grandes hombres: Fernando de Magallanes.
Sin poder entrar en detalles, descuidó también el
segundo acuerdo al tomar la decisión de alargar la
estancia en Filipinas (islas de San Lázaro, nombre que
recibió de los navegantes), según muchos estudiosos,
de manera innecesaria, "al quedarse indefinidamente
en las Filipinas" (Comellas,
La primera vuelta al mundo
,
Rialp, 2012). Las estipulaciones eran claras: Habréis de
trabajar siempre lo más que pudiéredes por no
perder tiempo.Allí encontró la muerte guerreando en
primera fila contra los nativos.
Magallanes no puso pie en las islas Molucas, que era su
verdadero e íntimo anhelo, como navegante
conquistador renacentista, ni dio la vuelta al mudo,
que no era ni de lejos su objetivo, empero sí fue
coprotagonista de una gesta histórica de dimensiones
excepcionales y singularidad universal. Especialmente
su empeño en encontrar el paso interoceánico que
lleva su nombre y su gloria.
Juan Sebastián Elcano nació en Guetaria (Guipúzcoa),
se supone, en 1476, unos años antes, por tanto, que
Magallanes y el otro coprotagonista de la simpar
aventura. La gesta no se entiende sin tener en cuenta
el complemento directo, si se permite la licencia, de
ambos primeros actores.Antes de proseguir, según
Comellas: "Con frecuencia han sido enfrentadas las
figuras de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián
Elcano.Ambas son complementarias y, aunque en vida
los dos marinos no se entendieron bien, su tarea
histórica, sumada, integra una gloriosa totalidad.
Ambos eran igualmente necesarios".
Elcano, literalmente un lobo de mar, adiestrado desde
jovencito en las artes y sufrimiento de la navegación.A
la hora del reparto de responsabilidades, antes del
inicio del larguísimo viaje fue designado maestre
(responsable de la navegación) de la nao Concepción.
A la muerte de Magallanes, en el momento justo, tras
momentos de vacilaciones,
tomó el mando al revelarse
como el más sensato y
diestro, adornado de dotes
mandos y capaz, ¡como así
fue!, de cumplir con las
estipulaciones reales, al frente
de un puñado de hombres
(los que quedaban) sufridores
de toda clase de penalidades
de la dureza de la mar. Cargó
quintales de clavo en las
Molucas, enfiló el océano
Índico, en una travesía
inhóspita por el Índico Sur, mares nunca antes
transitados por el hombre, dobló el cabo de Buena
Esperanza y, además, se dio cuenta que daba, con sus
pocos hombres (los últimos intrépidos), la ¡primera
vuelta al mundo! La gesta singular de la
circunnavegación del planeta por vez primera. Una
sola nave, la naoVictoria, llegó triunfante al mismo
puerto de partida.
Comunicó la insólita proeza marítima al rey,
Carlos V, que la patrocinó, en la carta que le
escribió al tomar tierra en Sanlúcar de Barrameda,
escala obligada, previa a la meta final, que fue el
mismo Puerto de Mulas (o de Muelas) a orillas del
Guadalquivir, en Sevilla, donde estaba la Casa de
Contratación:
Sabrá Vuestra Majestad que aquello
que más debemos estimar y tener es que hemos dado
la vuelta a toda la redondez del mundo
.Y, a renglón
seguido:
Sufrimos todo lo que puede padecer un
hombre
. Entiendo que la carta de Elcano es lo más
interesante de esta corta reseña, porque también
se acuerda de los que cayeron en manos de los
portugueses en el tramo final, hecho que nos
habla de su personalidad como responsable del
mando:
Suplico a vuestra Alta Majestad que provea
con el Rey de Portugal la libertad de los trece
hombres que tanto tiempo le han servido y están
preso en CaboVerde
. Por último, destacar la
petición de recompensa para aquellos titánicos
marineros que protagonizaron la singladura más
intrépida de la historia:
Suplico a V.M., por los
muchos trabajos, sudores, hambres y sed que han
padecido esta gente al servicio de V.M., les haga
merced de la cuarta y de la veintena de sus efectos, y
de lo que consigo traen.
Partieron del puerto de Mulas de Sevilla (10 de
agosto de 1519) entre 235 y 250 tripulantes,
muchos 'gente de la mar' venidos de otros países
(portugueses, italianos, franceses, griegos,
flamencos, alemanes, irlandeses, etc.); volvieron
maltrechos y fatigados 18 (8 de septiembre de
1522), cuya relación de nombres se conoce al
completo. En cualquier caso, y para mayor gloria,
todos los que partieron, bajo mando de Fernando
de Magallanes, y los pocos que completaron la
hazaña conducidos por Juan Sebastián Elcano
imprimieron con letras
doradas la sentencia:
Primus circumdedisti me.
Y el relato final de la llegada a
Sevilla:
Bajamos todos a tierra
en camisa y en pie descalzo, con
un cirio en la mano para visitar
la iglesia de Nuestra Señora de
la Victoria
(en Triana)
y la de
Santa María de la Antigua
(en
la Catedral
), como habíamos
prometido hacer en días de
angustia.
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