Panorama Actual del Medicamento (PAM) - Nº 367 - Octubre 2013 - page 38

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Panorama Actual del Medicamento
NUEVOS FÁRMACOS
del
41,2%, de
síndrome metabólico
del
20,8%
y de
sedentarismo del
50,3%. En este sentido,
en relación a la relación entre la diabetes tipo 2 y
el resto de factores de riesgo, el estudio confirmó
la asociación ente diabetes, obesidad e hiperten-
sión arterial (ambas duplican el riesgo de diabe-
tes); el determinante papel del nivel de estudios,
tanto para el riesgo de ser obeso (no tener estu-
dios cuatriplica el riesgo frente a tener estudios
universitarios), como diabético o hipertenso (no
tener estudios duplica el riesgo en ambos casos);
la importancia de la actividad física (las personas
que no hacen ejercicio en su tiempo libre tienen
un 50% más de posibilidades de ser obesas, y las
personas obesas y con diabetes hacen la mitad de
ejercicio que las personas delgadas o sin diabetes).
Finalmente, es destacable la existencia de una pro-
porción significativa de personas con diabetes que
desconocían serlo (casi el 4% de la población).
En definitiva, la diabetes tipo 2 (DM2) se ha
convertido en uno de los problemas sanitarios más
graves de nuestro tiempo. Sus proporciones son
ya epidémicas en la mayor parte del mundo, esti-
mándose que actualmente existen 246 millones de
personas afectadas en todo el planeta, pudiendo
llegar a los 380 millones en el año 2025 si se cum-
plen las últimas predicciones.
La DM1 es causada por la destrucción – debida,
mayoritariamente, a un ataque autoinmune o a la
extirpación – de las células
b
-pancreáticas, siendo
por tanto la reserva insulínica nula o escasa; mien-
tras que la DM2 se debe a diversos grados de re-
sistencia a la acción de la insulina, a una secreción
insuficiente de ésta, o a ambas circunstancias al
mismo tiempo; también es frecuente en este tipo
de diabetes una sobreproducción hepática de glu-
cosa. La resistencia a la insulina es un componente
fundamental de la DM2, por la que está alterado el
balance entre la secreción de insulina por las células
b
y la acción periférica de la insulina en tejidos pe-
riféricos. Muchos obesos inicialmente tienen insuli-
norresistencia y no desarrollan DM2; sin embargo,
con el tiempo, las alteraciones en la secreción de
insulina por las células b determinarán su aparición.
En la DM2 parece existir un defecto programado de
la secreción de insulina. En este sentido, cabe recor-
dar que fisiológicamente hay una producción cons-
tante de insulina a lo largo de 24 horas – insulina
basal – que está acompañada por picos bruscos de
mayor producción para cubrir las necesidades me-
tabólicas derivadas de la digestión de las comidas.
La hiperglucemia permanente es la responsa-
ble principal de las complicaciones de la diabetes:
retinopatía, nefropatía y neuropatía, debido fun-
damentalmente a que las algunas de las proteínas
presentes en la sangre sufren un proceso de
glu-
cosilación
; es decir, la progresiva incorporación
de moléculas de glucosa sobre la estructura pep-
tídica. Esta glucosilación altera las características
físicas y químicas de dichas proteínas y, en defini-
tiva, su actividad biológica. La consecuencia es el
deterioro acumulado de algunas funciones bioló-
gicas, especialmente relacionadas con el manteni-
miento de la homeostasis interna y con los vasos
sanguíneos, muy especialmente los de pequeño
calibre y en particular los capilares. De ahí derivan
la buen parte de las complicaciones a largo plazo
de la DM, especialmente la retinopatía y la nefro-
patía. Por su parte, un estado de hiperglucemia
prolongado conduce a la activación y/o sobreutili-
zación de vías metabólicas alternativas para la glu-
colisis, que dan lugar a metabolitos que acaban
por acumularse provocando alteraciones diversas;
este es el caso de la neuropatía diabética, asociada
a un deterioro de la capa mielínica de las conduc-
ciones nerviosas periféricas. En definitiva, el nivel
de glucosilación de la hemoglobina se considera
el mejor marcador biológico de los riesgos cróni-
cos asociados a la diabetes y, de hecho, hay datos
robustos que demuestran que la disminución de
la hemoglobina glucosilada mejora el pronóstico
de los pacientes diabéticos y disminuye el riesgo a
sufrir enfermedades micro y macrovasculares.
Todo lo anterior apoya como objetivo general del
tratamiento de la diabetes mellitus la consecución
de un buen control metabólico, con el fin de evitar
o retrasar la aparición de las complicaciones micro- y
macrovasculares, tanto en pacientes con DM1 como
con DM2. No obstante, si el control estricto de la
glucemia se realiza en pacientes con una diabetes
muy evolucionada, con complicaciones avanzadas
o con patologías asociadas graves, no solo no se
consigue una mayor prevención cardiovascular, sino
que la mortalidad puede aumentar.
Por consiguiente, el primer objetivo de la terapia
antidiabética es alcanzar y mantener las cifras esta-
bles de glucemia tan próximas como sea posible al
rango de los no diabéticos. El control de la presión
arterial y de la lipemia son factores fundamentales
en la reducción del riesgo cardiovascular. Pequeños
logros en estos objetivos van a tener una repercu-
sión importante en la morbilidad y mortalidad car-
diovascular. En cualquier caso el principal marcador
biológico que permite establecer una relación con
la evolución de la enfermedad es la hemoglobina
glucosilada o hemoglobina A1c (HbA1c). En este
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