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NUEVOS FÁRMACOS
Panorama Actual Med 2013; 37 (367): 893-900
QUERATOSIS ACTÍNICA
La queratosis actínica o
queratosis solar
es una
lesión cutánea, de carácter único o múltiple, consti-
tuida por máculas o pápulas de tipo eritematoso que
se van recubriendo progresivamente de escamas
o de una costra adherente, de consistencia dura,
seca y áspera; en ocasiones causa picor, punzadas o
dolor, pudiendo la piel estar inflamada y enrojecida
a su alrededor. La lesión se desarrolla lentamente
hasta alcanzar generalmente un tamaño de 3 a 6
mm, tras lo que puede desaparecer, para reapare-
cer más tarde. Es frecuente observar varias lesiones
queratósicas actínicas al mismo tiempo, localizadas
preferentemente en cara, orejas, cuero cabelludo,
cuello, dorso de las manos y antebrazos, hombros
y labios, coincidiendo con las zonas corporales que
están más expuestas a la luz solar. A veces las células
epiteliales que forman una lesión queratósica expe-
rimentan un crecimiento anormal y se convierten en
un
cuerno cutáneo
de forma recta o curvada, siendo
el pabellón auditivo el sitio más frecuente para su
localización.
Se estima que la queratosis actínica es un precur-
sor de cáncer o una lesión precancerosa. De hecho,
se ha sugerido que la queratosis actínica es un car-
cinoma
in situ
, que en el 10% de los casos puede
evolucionar a
carcinoma de células escamosas
(CCE) invasivo
con la capacidad de metastatizar,
mientras que en el 15-25% de los casos sufre una
regresión espontánea completa. En este sentido,
puede considerarse como el tipo de carcinoma
in
situ
más común en el ser humano. Es significativo
que tanto en la queratosis actínica como en el car-
cinoma de células escamosas invasivo los cambios
histológicos y citopatológicos a nivel de las células
individuales sean idénticos, aunque en la queratosis
actínica persiste la membrana basal.
Entre un 10% y un 25% de los adultos que viven
en zonas de clima templado presentan al menos
una lesión de queratósica actínica, proporción que
alcanza el 40-60% en los países próximos al trópico.
En general, el riesgo de queratosis actínica aumenta
con la edad, pasando de una prevalencia durante
las tres primeras décadas de la vida de menos del
10% a más del 90% en los mayores de 80 años;
entre ambos extremos, se estima que el 60% de las
personas predispuestas mayores de 40 años tienen
al menos una queratosis actínica
1
, incrementándose
al 80% en mayores de 60 años. No obstante, las
personas con determinadas patologías genéticas
(especialmente, albinismo y xerodermia pigmen-
tosa) pueden desarrollar queratosis actínica a una
edad más temprana que en la población general.
La prevalencia en hombres es doble que en las
mujeres (1,5-2,5:1), aunque varía de un país a otro
(55% vs. 37% en Australia; 26,5% vs. 10,2% en
Estados Unidos; 15% vs. 6% en Gran Bretaña); en
cualquier caso, las personas con piel clara tienen
6 veces más probabilidades que las personas con
tipos de piel más oscura para desarrollar queratosis
actínica.
La exposición al sol es la causa de prácticamente
todas las queratosis actínicas. El daño que provoca
el sol en la piel es acumulativo, de modo que la más
breve exposición se suma a todas las que se expe-
rimenten en la vida desde la infancia. Se considera
que la radiación ultravioleta (UV) es el factor etio-
lógico más importante en el desarrollo de la que-
ratosis actínica, especialmente los rayos UVB (290
a 320 nm), que serían los principales causantes de
daños en el ADN de los queratinocitos y estarían
implicados directamente en la carcinogénesis cutá-
nea; en particular, la radiación UVB puede causar la
formación de dímeros de timidina en el ADN de los
queratinocitos. Aunque muchas de las alteraciones
de las bases nucleicas del ADN son reparadas me-
diante mecanismos bioquímicos específicos, como
el expresado por el gen
p53
(localizado en el
locus
17p132
), evitando con ello el daño en el ADN y la
consiguiente alteración celular, la propia exposición
crónica a los rayos UVB puede causar una mutación
del gen
p53
y, con ello, favorecer la perpetuación
y la expansión clonal de los queratinocitos con el
ADN dañado, causando la formación de la quera-
tosis actínica.
Obviamente, la mejor manera de prevenir la que-
ratosis actínica es protegiéndose del sol, evitando
la exposición continuada al mismo, especialmente
entre las 11 am y 4 pm, usando ropa adecuada
y protectores solares con un factor de protección
1
En Europa, la tasa de prevalencia general es del 11-25%
para personas mayores de 40 años.
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