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NUEVOS FÁRMACOS
Panorama Actual Med 2013; 37 (360): 48-52
DIARREA POR
CLOSTRIDIUM DIFFICILE
El
Clostridium difficile
es un bacilo
Gram
-positivo
esporulado y anaerobio estricto. Es ubicuo, pudiéndo-
sele encontrar tanto en el ambiente como en el tracto
gastrointestinal de animales y humanos. Aunque
forma parte de la microbiota gastrointestinal del 80%
de los niños menores de un año, menos de un 5%de
los adultos sanos adquieren el estatus de portador.
La afectación de la flora intestinal por el em-
pleo masivo de antibióticos de amplio espectro es
un fenómeno bastante común, estimándose que
un 15-35% de estos cuadros de diarrea son debi-
dos directamente al
C. difficile,
porcentaje que se
acerca al 100% cuando el diagnóstico es de
colitis
pseudomem­branosa
.
Actualmente se considera que las toxinas produ-
cidas por
C. difficile
son la principal causa de diarrea
y colitis. La mayor parte de estos casos se producen
en pacientes hospitalizados que están colonizados
por cepas toxigénicas, aunque cada vez con más fre­
cuencia se describen en pacientes no hospitalarios.
La causa parece estar en que los antibióticos de am-
plio espectro inducen cambios en la microbiota intes-
tinal que favorecen el sobrecrecimiento de este mi-
croorganismo o que facilitan su adquisición exóge­na.
En este sentido, la amoxicilina, la ampicilina, las cefa-
losporinas y la clindamicina son los antibióticos que
predisponen en mayor medida al desarrollo de dia-
rrea o colitis por C. difficile, aunque también se han
asociado con otros antibióticos, como las fluoroqui-
nolonas. La enfermedad se desarrolla al proliferar el
C. difficile
en el colon y producir sus toxinas.
El
C. difficile
dispone de varios factores de adhe-
sión que facilitan la unión a las células del colon y, por
tanto, interviene en la patogénesis de la enfermedad.
Entre ellos, la más importantes es la
hialuronidasa
,
un enzima con activi­dad hidrolítica. Entre las toxinas
propiamente dichas, las más relevantes son la
toxina
A
, con actividad entero­tóxica y quimiotáctica para los
neutrófilos, lo que da lu­gar a un infiltrado de poli-
morfonucleares en el íleon con liberación de citocinas,
hiper­secreción de líquido y necrosis hemorrágica; por
su parte, la
toxina B
, que tiene un efecto citotóxico
frente a diferentes tipos celulares, actúa induciendo la
despoli­merización de la actina con pérdida del citoes-
queleto celular. Aunque se ha descrito que la toxina
A es la más im­portante en la patogenicidad, alrededor
de un 10% de las cepas asociadas a enfermedad sólo
producen la toxina B (
toxA– toxB+
).
Clínicamente, los pacientes con diarrea por
C. di­
fficile
presentan malestar general, dolor abdominal,
náuseas, vómitos, diarreas, febrícula y leucocitosis,
mientras que el examen endoscópico del colon re-
vela la presencia de un eritema difuso en la mucosa.
La forma más grave implica la presencia de
pseudo-
membranas
en cualquier segmento de la mucosa
del colon; no obstante, esta manifestación es poco
frecuente. La colitis fulminante ocurre sólo en un 3%
de los pacientes con infección por este microorga-
nismo. Con todo, en la última década se ha venido
detectando un incremento de la morbilidad y morta-
lidad asociada a la infección por
C. difficile.
Para el tratamiento de la diarrea y la colitis aso­
ciada al uso de antibióticos, los fármacos de prime­ra
línea son el
metronidazol
oral (500 mg/3 veces/día
o 250mg/4 veces/día) y la
vancomicina
oral (125
mg/ 4 veces/día) durante 10-14 días. El tratamiento
debe administrarse por vía oral, ya que C
. difficile
se
locali­za en la luz del colon. Uno de los mayores pro-
blemas del tratamiento son las recidivas, que afectan
a uno de cada tres o cuatro pacientes (25-33%), ya
que aunque el antibiótico es capaz de destruir las
formas vegetativas, no ocurre lo mismo con las espo-
ras. En estos casos un segundo ciclo de tratamiento
con el mismo antibiótico suele ser eficaz.
Además del tratamiento, es muy importante apli-
car medidas preventivas para evitar la diseminación
de las cepas de
C. difficile
toxi­génico entre los pa-
cientes hospitalizados. Las esporas son formas ve­
getativas difíciles de erradicar con los desinfectantes
empleados habitualmente, por lo que el ambiente es
el principal reservorio de este microorganismo. Los
pacientes con diarrea por
C. difficile
presentan una
elevada contaminación de la piel y del ambiente que
les rodea (por ejemplo, pueden contaminar camas,
baños…), lo que facilita su dispersión y la aparición
de brotes hospitalarios. Por esta razón, en el manejo
de estos pacientes es necesario aplicar medidas de
con­trol de infección, entre las que se incluyen la co-
rrecta higiene de manos del personal sanitario, la
limpieza de superficies o el aislamiento del paciente
en una ha­bitación individual.
DIFICLIR
®
(Astellas)
FIDAXOMICINA
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