Revista Farmacéuticos - Nº 131 - octubre/diciembre 2018 - page 27

de emplasto, mitiga inflamaciones y es útil en las
apostemas de los oídos. Sus raíces bebidas con vino
paso provocan la orina».
Fernando Fernández de Segovia, (1522) por su parte,
expone «que en su época se ordenaba como cordial y
confortativo».
Y cabe resaltar que en 1580 se señalan los
medicamentos que las boticas de Sevilla debían tener
cuando se declarase la peste y lo primero que se
ordenaba era «administrar la quinta esencia o extracción
de azafrán, perlas y corales».
En el siglo XVII destaca la personalidad de Nicolás
Lémery (n. 1645). Establecido en París después de
aprender la Técnica Farmacéutica publicó su
Traité
Universal des drogues simples
. En ella y al referirse a las
virtudes del azafrán, le asigna el de ser «cordial, pectoral,
somnífero, anodino, alexitérico y aperitivo».
Es, sin embargo,Thomas Sydenhann (1624-1689) el
que hizo un gran uso del láudano, incluyéndose
posteriormente este preparado en las obras
farmacéuticas con su nombre
: láudano de Sydenhann
.A él
se atribuye su fórmula a base de opio y tintura de
azafrán, composición recogida hasta tiempos muy
recientes en la mayoría de las Farmacopeas.
Ya en el siglo XVIII, uno de los químicos franceses
más notables fue el farmacéutico Esteban Francisco
Geoffroy (1672-1731).
En su obra
Tratado de Materia Médica
se ocupa del
azafrán, tan en boga todavía en esta centuria.Así resume
las virtudes que entonces se le atribuían: « Se hace uso
frecuente en Medicina y algunos médicos le han llamado
Rey de los vegetales y Panacea vegetal
a causa de sus
grandes virtudes. Es aperitivo, digestivo, resolutivo y un
poco astringente.Atenúa la masa de la sangre y recrea
los espíritus. Es por esto que se le llama cordial y se
prescribe en síncopes, palpitaciones y como antídoto.
Fortifica el estómago, ayuda a la digestión, libra a los
pulmones de una pituita demasiado espesa y apacigua la
tos; por esto es el motivo que se le llama
Alma de los
pulmones
y se emplea con fortuna contra el asma y la
tisis».
Tal fe se tenía en el azafrán que se empleaba como
amuleto, colocándole en saquitos que se pendían del
cuello para quitar las viruelas.
En España brilla con luz propia la gran
personalidad farmacéutica de Félix Palacios y Bayá
(1677-1737). Natural de Corral de Almaguer se
constituyó en figura fundamental en el siglo XVIII al
introducir en España las ideas farmacoquímicas de
Lémery y publicar su
Palestra Pharmaceutica Chymico-
Galénica
, primera obra sobre medicamentos químicos
escrita por un español.
La
Palestra
es muy amplia en su abanico farmacéutico
y en ella queda recogido con la amplitud que merece, el
azafrán y sus preparados.
Da, en primer lugar, recomendaciones para
conservarlo “en lugares medianamente secos” y señala
los vasos y recipientes que se han de escoger para su
reposición, como “Botes, redomas, Orzas, Ollas,Tazas,
Cajas, Sacos, Espuertas” , mencionándosele en
numerosísimas composiciones: jaleas, looch, jarabes,
electuarios, confecciones, hieras, polvos, trociscos,
píldoras, aceites, bálsamos, ungüentos, emplastos, ceratos,
aguas, espíritus, láudanos, extractos, tinturas, elixires.
En muchas más obras y por más autores se siguen
citando composiciones del azafrán aunque al finalizar
este siglo XVIII, su número empieza a disminuir, desde
los 160 que se citan en la
Farmacopea Universal de
Lémery
, hasta solo los 8 que aparecen en la
Pharmacopea Hispana de 1794.
Edad Contemporánea
La Edad Moderna se ha llevado entre sus años, entre
sus libros y entre sus Farmacopeas, el protagonismo
terapéutico del azafrán y, así, en 1879, Sánchez Albornoz
afirma textualmente que «hoy en día ha perdido mucho,
en cuanto a su importancia medicinal, por haber
resultado ilusorias todas las virtudes que se creyó que
tenía» y sólo Couvet defiende su empleo, bajo el
nombre registrado de
Jarabe Delabarre
, como agente
atenuante de las crisis dentarias de la primera infancia.
Sin embargo, es fuente de investigaciones médicas,
farmacológicas y biológicas a partir, eso sí, de sus
principios activos.
Sí, definitivamente, la Medicina, la Farmacia y el
Crocus sativus L., el Croci estigma, prosiguen sus
luminosos caminos de servicio, pero ya no coinciden...
A nuestro bello azafrán manchego,
regalo de los
dioses, sangre de águila, oro rojo, panacea vegetal, rey de los
vegetales, alma de los pulmones
,
le contemplan seis mil años
de Historia.
De una Historia
Farmacéutica de la que
fue excepcional
protagonista.
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Pliegos de Rebotica
2017
Triaca, la fabulosa medicina con
virtudes mágicas recetada durante 2.000 años
para curar todos los males.
Recipiente egipcio para
conservar ungüentos.
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