Confesaré que yo soy uno de ellos, y en mis
búsquedas de guardia encontré unos
curiosos sellos impresos por el Colegio de
Farmacéuticos de Álava durante la Guerra
Civil, dos de Beneficencia y otros de servicio
nocturno y servicio de guardia, lo que indica
que en algún momento se pensó en
compensar al
farmacéutico
por sus desvelos
durante las
guardias.
Para llegar al
fondo de la
cuestión me
puse en
contacto con el
Colegio de
Farmacéuticos
de Álava, para
saber algo más,
porque han
pasado setenta y
cinco años
desde entonces,
y muy
amablemente me
facilitaron el
nombre de la
colegiada más
puesta en
historia del Colegio,
María Jesús González
Casi
, coordinadora del libro del “
Centenario
del Colegio de Vitoria
”.
A partir de ese momento nos dimos un
plazo para tratar de investigar este asunto,
sin otro resultado práctico, que haber
trabado una buena amistad con María Jesús, y
haberla incitado a revolver todos los papeles
del archivo colegial. Nada apareció, y nos
quedamos con la duda sobre si se llegaron a
utilizar los dichosos sellos para compensar a
los farmacéuticos de guardia por su trabajo.
Lo que podía haber sido un trabajo de
investigación de cierta trascendencia se ha
quedado en una sencilla anécdota sobre las
guardias en la farmacia que, por otra parte,
tantas situaciones ha proporcionado a la
literatura y que conforman uno de los
aspectos más característicos de nuestra
profesión.
Si alguna moraleja se puede sacar de todo
esto, es que las guardias han contribuido, y
todavía contribuyen a que el farmacéutico se
cultive, y que va llegando la hora de que se
compense al farmacéutico por este servicio,
que se presta gratuitamente, sin otra
compensación que hacer el bien por la salud
de los pacientes y, en ocasiones como las
que se han puesto como ejemplo, contribuir
de forma notable a la cultura.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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La Boticaria
Sinopsis
Aunque el boticario duerme profundamente, su joven
esposa sin embargo padece insomnio. Ella no puede
conciliar el sueño, aparentemente angustiada por su
infelicidad. Se sienta al borde de la ventana a mirar el
oscuro y triste panorama de la calle. Está claro que
hay poca atracción de ella hacia el esposo y vicever-
sa. De repente algo fuera de lo común sucede: desde
su posición en la ventana ve acercarse a dos militares
y no puede evitar escucharlos. Hablan de ella como
de una mujer hermosa y muy deseable. De inmedia-
to, baja a la botica para atenderlos dispuesta a some-
terse al requiebro de tan inesperados clientes.
La sueca desnuda
Relatos , 1989
Reúne la narrativa breve del
autor.