Panorama Actual del Medicamento (PAM) - Nº 367 - Octubre 2013 - page 57

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Panorama Actual del Medicamento
NUEVOS FÁRMACOS
tores estresantes. Asimismo, el polimorfismo
del gen que codifica el 5-HTT (forma “l”) se ha
asociado a una mejor respuesta al tratamiento
con antidepresivos frente a la forma “s” del
transportador. Por otra parte, parece existir una
correlación entre el aumento de los niveles del
5-HTT en plaquetas y linfoci­tos y una mejoría
en las escalas clínicas de depresión. Además del
5-HTT, varios receptores serotoninérgi­cos tam­
bién muestran cambios en la depresión. El re­
ceptor 5-HT
1A
muestra una disminución en la
depresión y se sospecha de un papel impor­tante
de los receptores 5-HT
2
a la luz de su papel en
otros trastornos como la esquizofrenia y el tras­
torno bipolar y de la eficacia antidepresi­va de
algunos antipsicóticos que actúan sobre dichos
receptores.
Varias estructuras prefrontales y límbicas y
los circuitos que las interconectan parecen estar
implicados en la re­gulación afectiva. Las áreas
implica­das incluyen a la corteza prefrontal ven­
tromedial (VMPFC), la corteza prefrontal orbital
lateral (LOPFC), la corteza prefrontal dorsolateral
(DL­PFC), la corteza cingulada anterior (CAC), el
estriado ventral, incluyen­do el
núcleo accum-
bens
, la amíg­dala y el hipocampo. En todas estas
zonas se han hallado anomalías en pacientes con
DM en comparación con controles sanos que su­
gieren participar en la expresión sin­tomática de
la DM. En el trastorno depresivo ma­yor estaría
afectada la conectividad dinámica entre las es­
tructuras neu­roanatómicas involucradas en la
regulación del humor y la respuesta al estrés.
En este sentido, en la depresión existe una hi­
peractividad de la VMPFC, lo que se asocia con
mayor sensibilidad al dolor, ansiedad, depresión
y ten­sión; mientras que la hipoactividad de la
DLPFC puede producir retraso psicomotor, apa­
tía y déficit en atención y memoria de trabajo.
Asimismo, se ha detec­tado una disminución de
la comunicación entre la amíg­dala y regiones de
la corteza cingulada, por lo que ésta perdería
su capacidad inhibitoria, importante para la re­
gulación emocional, provocándose una mayor
disfunción afectiva y motivacional. En conse­
cuencia, las conexiones entre estructuras cogniti­
vas y ejecutivas son hipofuncio­nantes, por lo que
no controlan las áreas límbicas y éstas estimulan
el hipotálamo, lo que conduce a una disregu­
lación neuroendocrina y una hiperactividad sim­
pática, ca­racterísticas presentes en la depresión.
Finalmente, existen numerosos factores de
riesgo psicológicos y sociales reconocidos para la
depresión. Entre los más reconocidos se encuen­
tra una baja autoestima, ex­periencias adversas
en la infancia, patrones de pen­samiento negativo
y un exceso de acontecimientos vitales recientes
no deseables, como los que suponen algún tipo
de pérdida: un divorcio, la muerte de un ser que­
rido, etc. Asimismo, la existencia de dificultades
im­portantes persistentes, como el desempleo, la
pobreza, etc., son factores de riesgo para pa­
decer depresión. Determinados rasgos de perso­
nalidad, como hiperres­ponsabilidad, honestidad,
autoexigencia, poca tolerancia, inseguridad, es­
crupulosidad, escasa flexibilidad, pesimis­mo, de­
pendencia, baja autoestima e influenciabilidad,
se consideran también factores de riesgo depre­
sivo. Y sin olvidar que determinadas enferme­
dades médicas o psiquiátricas asociadas pueden
inducir depresión.
El
tratamiento
de la DM incluye la fase
aguda (dirigida a obtener la remisión), la fase de
continuación (se mantiene la remisión y se pre­
vienen las recaídas) y la fase de man­tenimiento
(orientada a prevenir la recidiva). Los obje­tivos
generales del tratamiento son:
• Reducir y eliminar los síntomas depresivos.
• Recuperar el funcionamiento biopsicosocial
y la­boral del paciente.
• Disminuir el riesgo de suicidio.
• Minimizar la morbilidad reduciendo recaí­
das o cronicidad.
• Prevenir la comorbilidad.
• Prevención de recaídas depresivas.
• Mejorar la relación beneficio-riesgo de la
medi­cación en relación con la patología.
En el tratamiento de la depresión se utiliza
una familia de psicofármacos, los antidepresivos,
heterogénea en cuanto a su estructura química
y efectos sobre la neu­rotransmisión cerebral. En
líneas generales, la eficacia de los antidepresi­
vos varía poco entre los diferentes grupos, dife­
renciándose entre ellos por sus perfiles de segu­
ridad, tolerabilidad e interacciones.
En depresiones graves, la prescripción de
antide­presivos es el único tratamiento para el
que se ha en­contrado una clara evidencia de
efectividad, ya sean solos o en combinación con
psicoterapia. Sin embar­go, en depresiones más
leves o moderadas, los an­tidepresivos, pese a
ser eficaces, invitan a pensar en la posibilidad
de emplear estrategias de psicoterapia, que tam­
bién gozan de eficacia.
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