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Panorama Actual del Medicamento
REVISIÓN
simpático. Sin embargo, hay muy pocos estudios
que hayan evaluado el papel de los betabloquean-
tes en la evolución de los pacientes hipertensos
con HIC. Por este motivo, un grupo de investiga-
dores (
Kalita, 2012)
llevaron a cabo un estudio
con el fin de determinar el papel de atenolol en la
reducción de la mortalidad, la incidencia de neu-
monía y del
síndrome de respuesta inflamatoria
sistémica
(SIRS), y el nivel de consciencia al cabo
de tres meses de tratamiento en un conjunto de
138 pacientes con hipertensión HIC.
Los pacientes fueron agrupados según recibie-
ran atenolol u otros tratamientos antihipertensivos
(fundamentalmente, amlodipino), mostrando a los
tres meses que el atenolol redujo significativamente
la mortalidad (11,4 vs 37,3%, P<0,0001), la inci-
dencia de SIRS (16,4 vs 40,9%, P=0,007) y de neu-
monía (8,9 vs 30,5%, P=0,002), en comparación
con aquellos que no recibieron atenolol. A 3 meses
se las respuestas fueron clasificaron como buenas
(BI;
índice de Barthel
>12) o escasas (BI <12), mos-
trando los tratados con atenolol una mayor tasa de
respuestas buenas, aunque la diferencia no llevó a
ser estadísticamente significativa (49,1 vs 31,9%,
P=0,11). En cualquier caso, los datos mostraron
que el uso de atenolol en este tipo de pacientes
hipertensivos con HIC es capaz de reducir signifi-
cativamente la mortalidad, y la incidencia de SIRS y
neumonía, poniendo de manifiesto posiblemente la
importancia destacada que tiene en estos paráme-
tros el bloqueo beta-adrenérgico.
En 2003, se sugirió (
Wald, 2003),
en base a un
análisis de más de 750 ensayos clínicos que in-
cluían 400.000 pacientes, que la administración
en una combinación a dosis fija formada por una
estatina, 3 fármacos antihipertensivos (una tiazida,
un BBA y un IECA) a mitad de dosis, ácido folico
(0,8 mg) y ácido acetilsalicílico (75 mg), permitiría
reducir la PAS/PAD en 20/11 mmHg y los niveles
de colesterol unido a lipoproteínas de baja densi-
dad (LDLc). Basándose en cálculos teóricos, afir-
maron que la
polypill
o
polipíldora
reduciría en
un 88% (CI
95%
84% a 91%) la incidencia de even-
tos coronarios y en un 80% (CI
95%
71% a 87%) la
de ictus, con una relativamente baja incidencia de
reacciones adversas (8-15%) y un mínimo riesgo
de abandonos (1-2%). Asimismo, se estimó que
un tercio de las personas
≥
55 años de edad que
tomasen esta polipíldora ganarían en promedio al-
rededor de los 11 años de vida libres de un evento
cardiovascular o de un derrame cerebral.
Obviamente, la
polipíldora
también presenta
todos los inconvenientes de las formulaciones a
dosis fijas, ya comentados, además de implicar
una medicalización de la población, olvidando los
beneficios de medidas no farmacológicas (cambios
en los estilos de vida) y, posiblemente se trans-
mitiría el mensaje erróneo a la población de que
existe una bala mágica para el tratamiento de las
enfermedades cardiovasculares. A pesar de ello,
actualmente hay varias preparaciones que están
siendo objeto de desarrollo clínico.
Urgencias y emergencias hipertensivas
Se estima que aproximadamente un 1-2% de
los pacientes hipertensos desarrollará una crisis
hipertensiva en algún momento de su vida. Tales
crisis pueden ser:
––
Urgencia hipertensiva
: Se define por una
elevación de la PAD>120 mmHg sin sínto-
mas específicos ni daño de órganos diana.
El objetivo terapéutico consiste en reducir
gradualmente (en 24-48 horas) la presión
arterial con fármacos administrados por via
oral. Esta vía es la idónea para esta situación,
ya que si la arterial disminuyera muy rápi-
damente podría producir la hipoperfusión
(déficit de riego sanguíneo) de algún órgano
diana.
––
Emergencia hipertensiva
: Es un síndrome
clínico caracterizado por una elevación
aguda y marcada de la PAD (>120 mmHg)
que puede producir lesiones irreversibles en
los órganos diana y poner en riesgo la vida
del paciente. La lesión vascular aguda puede
manifestarse por hemorragias retinianas,
papiloedema, encefalopatia, insuficiencia
renal e, incluso, insuficiencia cardiaca. El tra-
tamiento implica la administración por vía
IV en medio hospitalario de fármacos que
produzcan una rápida (en menos de una
hora desde el diagnóstico) y marcada re-
ducción de la presión arterial para reducir la
hipoperfusión y las lesiones irreversibles de
los órganos diana (cerebro, retina, corazón,
riñón, vasos), pero cuya acción desaparezca
rápidamente. El
nitroprusiato
es el vasodi-
latador arteriovenoso mas rápido y potente,
siendo de elección en pacientes con lesión
de órganos diana. El
labetalol
reduce las re-
sistencias vasculares periféricas, pero tiene la
ventaja de que no produce taquicardia refleja
(bloquea los receptores
β
-adrenergicos). La
hidralazina
produce taquicardia (se debe