Revista Farmacéuticos - Nº 138 - julio/septiembre 2019 - page 31

E
É
l siempre está, no es noticia en los periódicos,
pero siempre está donde tiene que estar, donde
es necesario.Llamaba la atención por tener un
enganche especial para con los jóvenes, quizás
por tener su casa con la puerta abierta, en el
sentido literal de la palabra, que hacía que alguno, lo
considerase su propia casa, y que el anorak de turno de
mi amigo pasara a mejor disfrute, por necesidades
urgentes de vencer ese frio que apretaba en el pequeño
pueblo de Segovia.
Ese pueblo, una pedanía de El Espinar, como es La
Estación, le recibe en 1971, y se sorprende día a día,
por la personalidad de un hombre sencillo y con
ideas muy claras, con un concepto del prójimo muy
cercano y nada apegado a cosas materiales. Así llega
con sus actos, al corazón de los vecinos en general, y
al cabo de los 10 años, comienza a sentir una nueva
llamada. Había participado construyendo un edificio
para reuniones, refugio de jubilados, bar y otros
menesteres, y el utilizar la palabra participar, significa
en este caso, poner ladrillos, llevar arena, cemento,
todo lo que requiere una obra. Era uno más, con la
energía necesaria para contagiarla a los vecinos del
lugar. Quiso segar una zona verde de la llamada
“Panera”, para también disfrute de los lugareños y su
empeño era tan grande que la segadora se llevó
parte de dos dedos de su mano izquierda. Pero eso
lo olvidó pronto y siguió contagiando su energía.Y la
gente se preguntaba ¿pero que tiene este hombre
que consigue arrastrar a tanta gente haciendo cosas
útiles? ¿Quién es este hombre que consigue sin
pedirlo, que los jóvenes pisen la iglesia cada vez que
él celebra, que participen en cada actividad
considerándola propia?
Pues estaba claro,
un tipo especia
l
, que no iba sujeto a
sermones ni monsergas, jamás leía lo que quería decir
porque le salía de dentro, no era soporífero y sobre
todo transmitía, transmitía mucho con su lenguaje verbal
y corporal. Eso a la juventud le gusta.
Llega el día,… enero de 1985 y toca marchar a cumplir
su sueño: ¡AFRICA! Se despide del pueblo porque quiere
hacer lo que le dicta el corazón .Y todos, el que más y el
que menos, sentimos dolor por la despedida, estamos
seguros que echaremos de menos a este tipo fuera de lo
corriente, llamado Jesús que cuando le preguntas el por
qué de un suceso, de acompañar en plena nevada, en
plena noche, a alguien de los habitantes de ese pueblo
que necesita la urgencia de un hospital, te contesta ¡HAY
QUE ESTAR! no podemos llegar tarde. Y no hay más
que hablar. Y todos, o casi todos los que le conocemos,
guardamos una historia personal de convivencia que
enriquece nuestras vidas, aunque no sea noticiable.
Así se va, con lo puesto, una maleta de afectos y su
alegría de celebrar la vida con gentes que le necesitan
mucho más. Así pasa veintisiete años en Mozambique,
empieza su trabajo en BEIRA durante 22 años y después
sus últimos cinco años en SABIE.
En BEIRA, lo primero que hace es ponerse una
obligación urgente, aprender los idiomas necesarios
para entenderse con los que ya considera sus nuevos
amigos –portugués, chindao, chichena –para lo cual se
recluye en un pueblecito, hasta haberlo conseguido.
Después, observa atentamente las necesidades y
comienza el trabajo. Su principal obra allí es la
construcción de un Seminario, donde rápidamente
consigue el interés de jóvenes que se acercan, escuchan
y más tarde difunden las ideas o mensajes que él
enseña, comprendiendo, desarrollando y poniendo en
práctica la ayuda, la caridad, la colaboración con los
demás, y el desarrollo de vida unidos en el entorno en
que viven, lo que Jesús desde un principio llama
KUPFUNANA o ayudarse unos a otros
”. El tiempo pasa,
La vida es dura y su cuerpo va sufriendo el deterioro
por una enfermedad muy conocida en aquellas tierras
¡”
malaria
”! –enfermedad producida por la picadura del
mosquito
Anopheles
–, con sus efectos colaterales
correspondientes. Le golpea y la padece en 54
ocasiones –a dos por año–, y en una de ellas me
Aurora Sánchez Sousa
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Pliegos de Rebotica
2019
LOS CAMINOS COLATERALES DEL CORAZÓN
Hay que estar
no podemos llegar tarde
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