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Pliegos de Rebotica
2019
LOS BOTICARIOS
Finalizado octubre quedan aún numerosas familias
de renombre.
Al llegar noviembre la animación no ha decaído.Al
cronista Madrizzy no le falta trabajo. Resulta
agotador tanto descanso.
Pero no todo iba a ser tan fastuoso y encantador.
En los bajos del Teatro Reina Victoria, se ubicaba
Tabarín un restaurante–cabaret de lujo con música
en vivo interpretada por un sexteto de señoritas,
donde se podía bailar. Organizaban concursos de
escotes, de caras bonitas y de pies pequeñitos.
Cualquier cosa que significara diversión.
Entre los numerosos aristócratas que frecuentaban
San Sebastian en la época estival había un joven, a
punto de cumplir 21 años de edad, recién llegado
de Nueva York para pasar unos días en la casa
familiar. Estamos en septiembre de 1917.
Una madrugada el joven acude al Tabarín. Llega en un
estado lamentable según testigos. Solo, ocupó una
mesa y permaneció el tiempo necesario para
atiborrarse de alcohol y cocaína a la vista de todos.
Uno de los músicos intentó quitarle la cajita que
contenía esa sustancia sin conseguirlo. En un
momento dado comenzó a discutir acaloradamente
con el personal del local siendo invitado a abandonar
el cabaret. Un coche lo llevó a su casa pero el
portero no le reconoció y no permitió la entrada. El
cochero enfiló hasta la Casa de Socorro donde le
diagnosticaron intoxicación aguda de pronóstico
grave. Falleció horas después.Toda la prensa citó a
los derivados del opio como causa del fallecimiento,
excepto algún diario que aludía a un posible suicidio.
En todo caso, nadie sugirió una dependencia sino
falta de hábito e inexperiencia.
Desde algunos periódicos se pedía el cierre de
los cabarets, en otros la vigilancia para que no se
dispensaran tóxicos sin recetas. Los más,
solicitaban una policía “dotada de recios puños”.
La Voz de Guipuzcoa se mantuvo al margen de
toda polémica y en sus páginas seguían anunciando
el Tabarín. Solo se pronunció para criticar la
tardanza en atender al joven en la Casa de
Socorro.
El Tabarín siguió en activo durante muchos años
después.Ante el incremento del consumo de opio
y sus derivados, del éter, cloral y otros narcóticos
de venta en farmacias, cafés, casinos y droguerías,
se dio luz verde a medidas legislativas para la
represión del consumo y tráfico de drogas en
España.
La prensa, en especial Germinal y El Diluvio
alertaba sobre el uso indiscriminado de ciertas
sustancias.A partir de 1918 su venta en farmacias
exigía receta médica.
En la actualidad El Gran Casino no existe porque
la prohibición del juego que promulgó Primo de
Rivera, supuso su cierre en 1924 y su edificio lo
ocupa el Ayuntamiento de San Sebastián. Uno de
los palacios decimonónicos más bellos del paseo
Miraconcha,
Villa Almudena
, que fue propiedad de
la popular María Buschental, va a ser
transformado en seis viviendas de lujo. El palacio
de Miramar, antigua residencia de los reyes, se ha
convertido en sede de los Cursos Universitarios
de Verano de la Universidad del País Vasco.
San Sebastian sigue siendo una de las ciudades más
fascinantes y románticas del mundo.