Revista Farmacéuticos - Nº 136 - Enero-Marzo 2019 - page 31

Quedo totalmente
asombrada por la
creatividad mental que
derrocha para dar
nombre a las especies del
famoso género “Rhemedius
sp” –dada su formación
científica– en ese idioma macarrónico que ella
inventa, pero que resulta perfectamente
entendible.
Amelita me dice que está saturada de tanta
tontería, de tantos remedios que te prodigan los
políticos de todos los signos y que ante ese
panorama prefiere leer, pensar, rezar y hacer
pinitos con la escritura. Me avergüenzo, haber
resaltado de ella, el hecho de su gusto exagerado
por un plato de bechamel teniendo tantas facetas
diferentes y arrolladoras.
Me pone ejemplos en su carta, y me pregunta
¿seguro que no conociste a ninguna persona que
te daba consejos de cómo debía ser tu actuación
en muchas ocasiones?, personas que se metían a
dar opiniones confundiéndote de tal manera que
solo tenías claro lo que no querías, ser igual que
ellas, porque hacían lo contrario, a lo que decían,
y no eran capaces de resolver sus propios
problemas. A veces escuché la
observación de que se
consideraban como” la rejilla de
un confesonario” y por eso
estaban destinadas a dar
consejos, soluciones, o remedios,
un Chaman del espíritu –chaman
de pacotilla– en el pasillo de la
vida, me escribe.
Pienso en sus preguntas, y la
verdad es que por mi vida
también han pasado personas
predicadoras, de cosas diferentes
a sus actuaciones, por ejemplo,
nunca entendí por qué una joven
que en varias reuniones había
dejado claro que no era creyente
ni practicante en cuanto a la
religión católica, de repente,
como consecuencia de su
próximo enlace matrimonial,
buscaba una Iglesia con largas
escaleras para poder lucir la cola
de su traje de novia, al subirlas.
La verdad que me chirriaban las
ideas con esa situación y lo que
sí sé, es que mi mente me pasó
factura, porque alguien me
preguntó a los pocos días, por la boda, por el
traje de la novia y entonces me di cuenta que en
mi disco duro cerebral no se había registrado
detalle alguno, como si se hubiera bloqueado, o
se hubiera negado al archivo de tanta
incoherencia, y claro está, no supe explicar cómo
iba vestida. ¡Qué pasada!
También existe, el caso de algunos padres que
bautizan a sus hijos y organizan sus primeras
comuniones– sin pisar la Iglesia anteriormente– ,
con mucha alharaca y algarabía, con fiestón
incluido, pero jamás les explican a los chavales
cuando son mayores, el por qué de esa decisión.
Yo sé la respuesta: “porque estamos en una
sociedad que lo impone”. Esas personas son
también o yo así las considero, del género
“Rhemedius dixit”, como dice mi amiga, por lo
cansinas que son con sus planteamientos
cambiantes, según sean para ellos o para los
demás. Así que mi Amelita es una sabia, tiene
recuerdos para todos los gustos y coherencia
para aburrir.
Cuando hablaba con ella cocinando la célebre
bechamel, yo le preguntaba por qué creía que
cada vez éramos
más de signos externos, más
de no pasar de “la arruga de mi cuello”, más
de ser tan poco útiles
, y
Amelita me miraba, movía la
cabeza y su respuesta era
rápida, solemne y siempre la
misma: hija recordemos la
frase de Winston Leonard
Spencer Churchill:”
El
problema de nuestra
época consiste en que los
hombres no quieren ser
útiles sino importantes
”.
¡Caramba con Amelita!, la
que entremezclaba ideas al
ritmo de la cuchara de palo
y la bechamel, diciendo
siempre la verdad sin
filigranas.Volví a fijar mis
ojos en su carta y saqué dos
conclusiones. La primera, su
advertencia de encontrarse
en la prórroga de Dios, y la
segunda que huyamos de los
cansinos personajes del
“Rhemedius dixit”.
¡Ojalá puedas enviarme
cartas, muchas veces!, y ¡ojalá
que yo sepa interpretar la
vida con tus palabras!...
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