Revista Farmacéuticos - Nº 135 - Octubre-Diciembre 2018 - page 30

E
E
l destierro de las comunicaciones me
ayuda a volver a mis pensamientos. Es
un auténtico descanso de la mente
desconectar por fin del mundo digital,
amante burlón y desinhibido, y
conectar con el hechizo del papel impreso, de
la narración absorbente y, por fin, de los
versos del poeta.
Pero el tiempo pasa, nunca mejor dicho mejor
que hoy, volando; también ahí arriba termina
por conjugarse el verbo llegar, y no es a
cualquier meta. El poderoso descenso del
avión prolonga el ansia por el acercamiento y
circunscribe a la vivencia de unos minutos
únicos esa vuelta a la realidad. Se hace difícil
intercambiar perspectivas e imaginarse allá
arriba, minúscula e indivisa parte de un
engendro alado que, sin embargo, no puede
levitar.
…Y pienso que a mil metros, / desde el vuelo
perdido de los pájaros / debe ser lo mismo / la
toca de una bruja que el capuchón de un santo.
Y que allá de ese vuelo / más alto… muchísimo
más alto, / desde el sitio de Dios, / fuera del
tiempo y del espacio, / el hombre no
se verá ya / ni grande ni chico, ni
bueno ni malo.
En los oídos de mi mente
resuenan los versos de un León
Felipe espectador migrante en
su universo, el primigenio
embrión del mío, cuando
recobro la consciencia
del aquí en el ahora. Cierro las páginas del ligero
ejemplar de bolsillo que me acompaña porque
no hay tiempo para prologar la lectura.
Confirma la azafata que estamos llegando a
destino; el aviso llega por megafonía, y los más
avispados extienden la mirada hacia el verde
entrecortado de la lejana vegetación y la
alineación perfecta de las edificaciones más
próximas.
Bucarest al alcance de la vista por fin; la
parada intermedia y obligatoria hacia el
destino elegido: Transilvania. Cuatro meses de
espera y el conjunto de expectativas se ha ido
multiplicando. Para la mayoría de esos secretos
anhelos ni siquiera hay palabras con que
plasmarlos: simplemente el devenir propio del
viaje y los viajeros los hará aparecer; otros
irán emergiendo, poderosos y concretos, en
los primeros bordes del camino. Nuevas
tierras, nuevas costumbres, nuevas gentes, y el
horizonte lo adivino tan abierto como lo están
ya los ojos del alma.
Se aventuran unos días de confluencia en el
interés. Porque hay un interés común en el
grupo que sin buscarlo hemos formado; el
admitido interés de quien coincide en la
elección sin preguntar si acaso se confluye
también en los porqués.Y aunque cualquier
elección tiene los ingredientes apropiados para
cabalgar con brío o acabar descabalgando en
cualquier recodo del trayecto que
encabrite la montura y me coja
distraída, esta vez no tengo dudas
de que la aventura será fructífera.
30
Bajo todos
los cielos
Pliegos de Rebotica
2018
Mª Ángeles Jiménez
Iglesia y muralla
de Prejmer.
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