Revista Farmacéuticos - Nº 135 - Octubre-Diciembre 2018 - page 34

pregunto como saben que han picado en el
anzuelo, y me lo explican. Cada caña tiene una luz
en un extremo, cuando se mueve cambia de
color. Cada uno tiene dos cañas “
Es lo que nos
permite la ley, dos por persona
Continuamos la conversación y me dicen que
pasan la noche frente al mar en la cabaña donde
estamos hablando. Hacen turnos para dormir un
rato cada uno, por si pica alguna dorada.
Escuchan la radio y se preparan la cena sobre
una mesa de camping. Me comentan que no
pasan la noche solos, que hay habitantes
nocturnos en la playa que se acercan y
comparten café y alguna cosilla ¿Pero les
conocen? “
A algunos sí, otros no. Son vagabundos
nocturnos que nos acompañan
”. Me despido de
ellos entre el asombro y el descubrimiento ¿Hay
otras vidas en la playa diferentes al bañista, al
paseante, al que toma el sol, los surfistas? Sí,
están los que esperan toda la noche frente al
mar.
Después de cenar, desde mi terraza, veo las
lucecitas de las cañas e intuyo su guarida. Son
tiendas de campaña con paredes traseras de tela
para protegerles del frío y del viento abiertas al
mar. Desde esa morada vigilan las cuatro cañas,
por si alguna dorada cae.
Cuando me despierto, sigue la noche. Son las seis
y media de la mañana y al día le queda aún
tiempo por llegar. Me asomo y siguen allí las
pequeñas luces. Sé que no son estrellas y no sólo
porque no están en el cielo. Me cargo la cámara
al hombro y voy a compartir el amanecer con
ellos. Son varios grupos. Me arrimo al primero
¿
cómo ha ido la pesca
? “
Fatal, sólo dos doradas
pequeñas
” me las enseñan. Son dos
hombres, también de Elda ¿
Conoce la
población, es la de los zapatos
? Les
comento si todos los pescadores son de
Elda “puede ser hay mucha afición y
estamos a 30 km” Cuando los
encuentro están encogidos en sus
plumas, con las manos en los bolsillos y
no precisamente recién levantados
porque llevan toda la noche sin dormir
Solo una hora escasa hemos dormido
Cada uno hace un balance muy distinto
de la jornada “
Esto ya no merece la pena,
toda la noche sin dormir y nos llevamos
nada.Yo necesito llevarme algo. Llevo 30
años así, me metió el gusanillo mi suegro y
ya estoy cansado
” El otro, dice que a él le
merece la pena solo por ver en plena
noche la primera rayita del día “
es una línea
delgada al principio” “esto es único, y me merece la
pena”
Les dejo . Continuo el paseo con mi cámara al
hombro y me encuentro con el grupo del día
anterior. No han hecho nada. Ni una pieza. Me
sumo a ellos mirando al horizonte que está a
punto de estallar “
Jolín como sale el sol a toda
leche
” Me imagino las veces que habrán visto este
espectáculo y todavía les sorprende. Sigo mi
camino y me encuentro al último pescador de mi
periplo sacando una dorada hermosa y grande
del mar. La mete en el cubo “
Hoy con un arroz
blanco cae y está deliciosa. Estas no son como las de
la piscifactorias que están alimentadas de pienso
¿es usted también de Elda? “
Sí, soy amigo de estos
de al lado pero no pude venir ayer por la tarde
porque tuve que cuidar a la chiquilla, mi mujer sale y
me toca a mí los viernes estar con ella” “Como vine
tarde nos respetamos los territorios, es un lió poner
tantas cañas juntas
” Dejo al único afortunado y
me dirijo a mi casa a desayunar.
La vida cercana, próxima de nuevo me sorprende
para bien. A veces somos injustos con la idea de
esta vida que llevamos, de las prisas y el estrés,
de este mundo de que todo es tan rutinario y
tan agobiante. Hay gente que no es así, aunque
sea solo por un día. Si te encuentras a estos
pescadores de Elda en la playa de Muchavista
esperando toda la noche frente al mar a que una
ldorada caiga o no en sus redes, descubres que
no somos solo maquinas de consumir.
Una vez más el mar, Campello y Alicante me
sorprenden.Y sobre todo me invitan a descubrir.
¡Bendita tierra!
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Pliegos de Rebotica
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