Revista Farmacéuticos - Nº 135 - Octubre-Diciembre 2018 - page 32

inyecta a través de mi piel un no-sé-
que que se expande sin remisión;
no es la Torre del Consejo, ni
la plaza Grande, ni el Barrio
Alto, ni el puente de las
Mentiras, ni las picudas
torres eclesiales, ni la
piedra gris de los
palacios y de las
escalinatas, tampoco
son esos ojos
semicerrados que
simulan ser los
tragaluces que
tanto caracterizan
la ciudad.Y, sin
embargo,… hay algo mágico que me enhebra a
esta ciudad, a sus rincones, a la actividad de
sus gentes, a las terrazas pletóricas de vida,
hasta contaminar mi mirada de un espíritu
caprichoso y buscavidas:
-No andes errante / y busca tu camino… / -
Dejadme… ya vendrá un viento fuerte que me
lleve a mi sitio.
Llega también la hora de descubrir el corazón
de los Cárpatos Meridionales. En la ruta hacia
Sinaia el calor de los días anteriores se
atempera con una fina lluvia mientras un
inmenso arco iris se dibuja en el cielo. Es fácil
imaginar que la singularidad de esa inmensa
puerta alada está ahí para indicar el camino
hacia esa ciudad que muestra, al igual que los
pueblos cercanos, un acento recio de
arquitectura de montaña.
Aparecen sensaciones tiempo atrás olvidadas. La
bajada de la temperatura hace que resulte
agradable reencontrarse con la calidez del
alojamiento, pero en realidad la sospechada
frialdad ambiental de la mañana viene a dejar
paso a un espectáculo intimista que me sumerge
plenamente en el significado del entorno. El
amanecer está reciente y una niebla flotante
sigue dueña de la perspectiva.Aun así alcanzo a
ver que un bosque tupido se abre ante mis
ojos y un entramado perfecto de coníferas,
hayas y robles me rodea. La llamada de esa
naturaleza hasta ayer desconocida es tan
potente que involucro con intención a casi
todos los sentidos: las pupilas se
entreabren expectantes, los oídos
permanecen atentos al posible murmullo
del ramaje y el olfato y el tacto reconocen
las señales de la humedad envolvente.
Acierto a comprender que todo mi
alrededor se ha confabulado en esa
hora para hacerme entender que he
llegado hasta allí por algo,
que el tímido despertar
del ansia de aventura,
involuntariamente
adormecido por el pasar
sin rastro de la vida diaria,
ha encontrado por fin un
horizonte interior que
alcanzar.A los pocos
minutos la llamada a la
ruta impone un paréntesis
en el vaivén de
emociones, pero tal y
como deseaba la
inmersión en lo tangible
dura poco. Mientras mis pies se deslizan solícitos
hacia el castillo de Pele
ș
, las sobrias arboledas
del paraje que lo circunda me sirven de
almohadillado envoltorio donde reflexionar
sobre la proyección futura del mensaje.
La noche anterior a la despedida de estas
tierras las ideas bullen sin parar en mi cabeza.
Anticipo un simple hasta luego porque no
quiero pensar más allá. Me cuesta asumir que
la curvatura del tiempo pueda impedir que
vuelva pronto. Pero guardo, como el poeta, la
ambición del camino; y pretendo, y lucho y
lucharé por ello, que los senderos que me
quedan por recorrer sigan nutriéndose de
sueños:
…Sensibles / a todo viento / y bajo / todos los
cielos. / Poetas, / nunca cantemos / la vida / de un
mismo pueblo, / ni la flor / de un solo huerto… /
Que sean todos / los pueblos / y todos / los
huertos nuestros.
Te doy de nuevo las gracias, León Felipe, por
acompañarme tan de cerca con tus versos.
n
32
Pliegos de Rebotica
2018
Castillo de Bran
1...,22,23,24,25,26,27,28,29,30,31 33,34,35,36,37,38,39,40,41,42,...52
Powered by FlippingBook