Revista Farmacéuticos - Nº 135 - Octubre-Diciembre 2018 - page 36

correspondientes, espátulas y cucharilla. Tarea
necesaria y… monótona.
Y en el otro extremo de la mesa, había un taco
de hojas de papel, blancas, inmaculadas,
pidiendo a gritos que una pluma, un lápiz, o un
simple carboncillo, plasmasen sobre ellas el
fruto de su pasión. Hubo un momento de duda.
Avanzó hacia la mesa y como si fuese Hamlet
en la famosa obra de William Shakespeare, se
atrevió a decir en voz alta:
“¿Papel o papelillos?, esa es la cuestión”.
Y esta fue la decisión:
¡Qué solo estoy, Señor! ¡Qué solo y qué rendido de
andar a la ventura buscando mi destino! En todos
los mesones he dormido, en mesones de amor y en
mesones malditos, sin encontrar jamás mi albergue
decisivo,
y ahora estoy aquí,
solo... rendido de
andar a la ventura por todos los caminos.
Ahora estoy aquí, solo, en este pueblo de Ávila
escondido pensando que no está aquí mi sitio, que
no está aquí tampoco mi albergue decisivo.
Se acerca el final de 2018. Un siglo después de
aquella escena, me congratulo de la existencia
de un boticario, que si bien puede parecer una
excepción rara dentro de una profesión o
carrera científica como la nuestra, realmente
no es más que una muestra de las aficiones,
pasiones, destellos e incluso maestrías
desarrollados por otros boticarios, que he
tenido la suerte de conocer de
manera directa.
Comenzaré por Pedro Malo,
que cultivó diferentes estilos,
desde el periodismo, la prosa,
la historia, además de ser un
apasionado de la música
universitaria, siendo fundador
de la Tuna de la Facultad de
Farmacia de la Universidad
Complutense de Madrid.
Escribió en múltiples
periódicos y revistas como la
que tienes en tus manos,
Pliegos de Rebotica
. Guardo
dedicado su libro de
Pilules
Occidentales como una joya
.
Continuaré por Enrique
Granda, grande como ya
anuncia su apellido. Necesitaría
toda la revista para incluir su biografía, pero
simplemente diremos que tiene una exitosa
carrera profesional en docencia, en la
administración, laboratorios y patronales
farmacéuticas. En mi biblioteca tengo dedicadas
Crónica amable de la farmacia en la España
constitucional
”, “
Farmacopeas nacionales de
España
” y “
Venturas y desventuras de una
farmacia
”. Sus cuentos para las veladas
navideñas son un clásico en la profesión.
Margarita Arroyo, académica en distintas
instituciones literarias, pilar maestro de AEFLA,
con varios premios literarios, poetisa
incansable, a la que he tenido el placer de oír
recitar en diversas ocasiones, pues conjuga su
pasión de la poesía con la música, aunando
ambas de manera exquisita. He revisado mis
estanterías y no tengo ninguna obra impresa
suya (en ficheros, unas cuantas), así que debo
rellenar esa laguna cuanto antes, sobre todo
porque en Pharma-Ki tenemos publicado “
La
gran aventura de León Felipe
”.
Coincidí con José (Pepe) Vélez nada más
incorporarme en AEFLA, y rápidamente vi que
era el soporte vital de la asociación. No me
perdía ninguna de sus publicaciones en Pliegos,
y dedicado tengo en la librería su libro
Algarabía
”, cuyo único defecto, y no creo que
se acuerde que ya se lo comenté el día que lo
presentó, es que era demasiado corto. Me supo
a poco la historia de aquella caravana de
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Pliegos de Rebotica
2018
Margarita Arroyo,
José Vélez
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