–Doy f e de que es un exce l en t e esc r i t or de
nove l a y sobr e t odo una de e l l as que c r eo
que e s de l as me j o r e s de l pano r ama ac t ua l ,
conc r e t amen t e “E l h i j o de l cen t au ro” . S i n
e m b a rgo c r eo que hub i e r a deb i do t ene r más
r epe r cu s i ón med i á t i ca ¿Po r qué no f ue as í ?
–No soy un personaje mediático. La empresa editorial
no hizo campaña de promoción alguna y yo tampoco
me preocupé de hacerla; pese a ello, tuvo excelentes
críticas pero apenas se vendió. El mundo literario es
tan competitivo o más que el universitario. Destacar
en Literatura es muy difícil. Hay que ser, al menos, tan
duro en lo mental y tan bueno, personal y
técnicamente, como Raúl Guerra Garrido.
–No es necesario insistir sobre su actividad
como catedrático, pero sí me gustaría saber
algo más sobre su faceta como académico de la
Real Academia de Farmacia y de la Real
Academia de la Historia. Dejando a un lado el
prestigio que eso supone ¿qué es lo más
satisfactorio que ha encontrado en esas dos
instituciones?
–Personas excelentes e ilusionadas; gentes en llamas.
Personas dispuestas a dar lo mejor de sí mismas por sus
profesiones y sus aficiones, sin recibir absolutamente nada
material a cambio; auténticos patriotas que piensan
siempre en la excelencia.
–Por cierto, el común de los mortales
desconocemos las interioridades de las
academias en general. ¿Exigen mucho trabajo?
–En mi caso muchísimo. Las Reales academias están
bajo el patronato del Rey y reciben pequeñas
subvenciones del Ministerio de Cultura que apenas dan
para cubrir sus gastos generales de personal.
He pertenecido durante ocho años a la Junta de
Gobierno de la Real Academia Nacional de Farmacia y,
ahora, pertenezco a la Junta de Gobierno de la Real
Academia de Historia. En ambas no es como en
cualquier institución pública. Los académicos,
voluntariamente, se han de ocupar de todo: desde
intentar aportar fondos, dirigir las actividades del
personal contratado, ocuparse del estado material de
las casas, proteger su patrimonio y organizar la
investigación y difusión científica… es un trabajo
durísimo al que no solemos estar acostumbrados…
además, la crisis, nos ha dejado económicamente en los
huesos.
Los directivos de la Real Academia Nacional de
Farmacia, al ser una institución “joven” (de 1932) y
pese a ser la única Real Academia de Farmacia
existente en el mundo con ese nivel de presencia
científico-social, son auténticos héroes, porque sus
fondos son muy limitados y, pese a ello, con su
esfuerzo, la Academia sigue a toda marcha, cuando
cualquier institución privada habría cerrado hace años.
La Real Academia de la Historia, al ser la segunda
creada en España, tiene un patrimonio muchísimo
mayor (muy rico en pintura, monedas, arqueología,
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19
Pliegos de Rebotica
´2018
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