Revista Farmacéuticos - Nº Número - 132 Enero-Marzo 2018 - page 12

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Pliegos de Rebotica
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esde el amanecer de los tiempos,
cuando los pueblos se organizaban y
las más primitivas civilizaciones surgían
de la agrupación de sus componentes,
cabe pensar que algún sistema de
enseñanza o de aprendizaje también se iba tejiendo
lentamente, añadiendo experiencia y tesón en el
empeño de aprender unos de otros. Por lógica la
observación compartida debió ser en aquellos
pretéritos tiempo uno de los elementos básicos en la
transmisión de conocimientos. Rudimentarios se
dice.
Con los griegos se formaron las escuelas: todo
un avance, que ya nunca desaparecería del interés
de las sociedades de cualquier tipo, forma u
organización. ¿Cuáles fueron los primeros
instrumentos de transmisión del saber en
aquellas escuelas muy lejanas de nuestro tiempo?
Sin duda la palabra, la oratoria, dictar y asimilar.
Se unieron maestros y discípulos. La Escuela de
Platón, o Aristóteles paseando con sus alumnos,
los “peripatéticos”. También elaboraron textos,
muchos originales perdidos, o que no llegaron
hasta nosotros completos, sólo retazos, aunque,
tal vez lo más importante, nos legaron muchas
ideas y conceptos aquellos sabios pensadores de
la Civilización Griega.
De la Antigua Grecia el
conocimiento, filosófico y
científico, pasó a Roma más
interesada en la tecnología y
las grandes construcciones.
No obstante, algunos
personajes dedicados al
estudio, a la reflexión y a la
creación literaria, nos
transmitieron, a través de sus
textos y forma de entender
la enseñanza, una
metodología que pervivió
largo tiempo en la Historia
de Occidente. Uno de los
adelantados fue Marco
Terencio Varrón (116-27 aC),
quien en una de sus obras
enciclopédicas sobre
educación escribe ya de
gramática
,
retórica
,
dialéctica
, aritmética,
geometría, astronomía, música, medicina y
arquitectura.
Si bien, el inicio, o primeras propuestas de lo que
en la Alta Edad Media, o Antigüedad Tardía para
otros, se denominó Artes liberales, debemos
buscarlo, tiempo después, en una obra del
escritor, latino, Marcianus Capella, compuesta
hacia los años 20 del siglo V dC., titulada
De
Nuptiis Philologiae et Mercurii et de septem Artibus
liberalibus libri novem
, conocida tradicionalmente
por “La boda de Filología con Mercurio”.
Una gran aportación la de Capella, sin duda. En el
transcurrir de la segunda mitad de la centuria
siguiente, siglo VI, otro escritor también latino,
Casiodoro, dedicado a la política (Senador)
durante mucho tiempo, dio un paso más al
sistematizar y disponer de los contenidos de las
artes liberales como un cuerpo enciclopédico de
todos los conocimientos que los hombres libres
debían poseer para el ejercicio de sus funciones
públicas, en su reconocida obra
Institutiones
divinarum et saecularium litterarum
. En realidad son
dos libros: el primero (
divinarum
), basado en las
Sagradas Escrituras, y el segundo (
saecularium
)
dedicado a las siete artes liberales, el
Trivium
y el
Quadrivium
.
Dichas materias fueron
adoptadas por las escuelas
monásticas y catedralicias a lo
largo de la Alta Edad Media
como la sustancia base de la
enseñanza general básica
(trivium) y superior
(
quadrivium
), usando la licencia
de nuestro lenguaje actual. Se
llamaron artes liberales para
distinguirlas de las mecánicas o
serviles propias de aquellos
hombres (la mayoría) que se
dedicaban a los trabajos
manuales o artesanales. Las
artes liberales, pues, se
entendían como el conjunto
de conocimientos que debía
alcanzar un hombre libre para
Joaquín Herrera Carranza
De las sietes
artes liberales
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