objetos en ella contenidos que cada vez se
veían con peor aspecto.
Sin pasar por la puerta, apareció una figura
tranquilizadora, era su abuela.Vivía lejos
pero a él no le extrañó su presencia,
tampoco que hubiera aparecido de
repente y sin pasar por la puerta, al fin y
al cabo los sueños no tiene que
atenerse a las reglas de la física, son otra cosa,
otra realidad que viene a informarnos de
asuntos más importantes que los que son
mundanos.
El niño dijo con voz trémula:Yaya, los juguetes se
han roto. La abuela se sentó a su lado, le abrazó y
le dijo, deja que se vaya todo lo que no es para ti
imprescindible. Deja que la habitación se llene con
lo que más desea, que todo cuanto pueda perderse
se pierda y que en su lugar aparezca lo que más
feliz te hace. Entonces, los juguetes uno a uno y
bajo la atenta mirada del niño fueron cayendo
como en un abismo, el suelo sin abrirse se los iba
tragando, también se iba con ellos el polvo que
contenían, su historia, la ansiedad sentida al
desearlos y la ínfima satisfacción que produjeron al
obtenerlos. Toda la colección fue poco a poco
desapareciendo. Solo quedó el pijama sobre su
cama, su abuela le ayudó a ponérselo. Después le
abrazó para decirle “gracias por haberme dejado
contigo”. Al principio el niño se sorprendió por las
palabras de su abuela, luego de un modo muy
superficial, casi en un nivel de abstracción que solo
podía acariciar con la punta de sus dedos
entendió que las personas son
lo único que
verdaderamente tiene
valor, y que las cosas con
valor no tienen precio
porque su ausencia su
presencia hace sentir su
gratuidad y su ausencia les
confiere un valor infinito.
La noche pasó y el niño al levantarse había
cambiado. Algo en él le empujaba hacia la
habitación de sus padres. Una vez dentro, buscó las
cartas que había escrito. Miró la cama vacía, ambos
se habían marchado ya. Otra vez estaba en casa
solo con la persona encargada del trabajo de casa
y de su cuidado. Buscó un nuevo sobre y escribió
en él el nombre de los destinatarios. Simplificando
y con su letra aún poco elaborada reunió a Reyes
Magos y Papa Noel en el mismo destino.
Dentro escribió una breve carta.“Quiero ir a
visitar a mi Yaya”.
A medio día, los padres llegaron a casa.
Hablaban por teléfono constantemente. Su
tono había perdido la energía del día
anterior. Claramente algo pasaba, pero
el niño sabía permanecer ajeno los
momentos en que papa y mama se ponían
serios.
De forma casual, la madre tomó el sobre que su
hijo había dispuesto sobre la mesita de entrada,
donde solían dejar las llaves. Lo abrió casi sin
pretenderlo, leyó el contenido e inmediatamente le
asaltó un llanto incontrolable. El padre, se volvió casi
censurando con la mirada su reacción, entonces la
madre le entregó la carta y el al verla, se abrazó a ella
y por sus mejillas también rodaron unas lágrimas.
Esta vez, Papa Noel, no iba a cumplir. La abuela había
muerto la noche anterior en su cama, seguramente a
eso de la media noche. Por teléfono les comentaron
que quien le había encontrado comentó que parecía
felizmente dormida, que su boca esbozaba una sonrisa
de profunda satisfacción y que seguramente se fue sin
dolor ni perturbación.
Ambos llevaron su mirada hacia el lugar que ocupaba
su hijo. Su cara era de inocencia, esperaba la respuesta,
esta vez sabiendo que no dependía más que de la
decisión de sus padres. Eso si, si podían exigir a Papa
Noel que cumpliera sin paliativos sus compromisos
mucho más concederle su deseo cuando solo de ellos
dependía.
Sin embargo, solo
se podía oír el
llanto de la madre y
un espeso silencio,
nada anticipaba que
su deseo se cumpliera y poco a
poco el niño se sintió contagiado
de la situación, anticipando de algún
modo el quebranto.
Es difícil entender que lo sucedido es en realidad
una historia con final feliz aunque a la vista de
todos sugiera una tragedia. No en vano, ella se
marchó con una sonrisa.Y él, el pequeño aprendió
de su abuela presente ya solo en sus sueños la
mejor lección que puede aprenderse en Navidad.
Solo las cosas sin precio son dignas de ser
verdaderamente deseadas.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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FABULA