 
          alrededor de un centenar de plantas
        
        
          asociadas a enseñanzas asequibles a
        
        
          aquellos primeros destinatarios. En él
        
        
          se mencionan por una u otra razón
        
        
          las lentejas, los lirios del campo, el
        
        
          incienso, la rosa, la palmera, la semilla
        
        
          de mostaza, la caña, la cizaña, la mirra
        
        
          y tantas otras.Tanta influencia tienen
        
        
          algunas de esas parábolas y tal es la
        
        
          fuerza del su sentido simbólico, que
        
        
          algunas de ellas mantienen su
        
        
          significado en nuestras
        
        
          conversaciones, dos mil años
        
        
          después, en forma de frases hechas.
        
        
          Por otra vía, el simbolismo ha desempeñado un papel
        
        
          esencial en el uso de las plantas con fines curativos
        
        
          en otras épocas. En aquellos primeros tiempos en los
        
        
          que el hombre sólo contaba con la naturaleza para
        
        
          remediar sus enfermedades, era necesario identificar
        
        
          aquellas plantas que tenían virtudes curativas y los
        
        
          males que remediaban. En aquellos primeros intentos
        
        
          de escrudiñar los efectos de las plantas, sin duda se
        
        
          puso en práctica el procedimiento de acierto/error y
        
        
          sin duda eso le costó la salud y posiblemente la vida
        
        
          a alguno de los enfermos, cuando aquellos primeros
        
        
          sanadores no tenían más indicios de la utilidad de las
        
        
          plantas que la teoría de los signos, las presuntas
        
        
          señales que ofrecía la naturaleza para indicar sus
        
        
          virtudes. Plinio, en su
        
        
          Historia Naturalis
        
        
          y Dioscórides
        
        
          en su
        
        
          Materia Medica
        
        
          ya apuntan en ese sentido, en el
        
        
          siglo I. En el siglo XVI,Teophrastus Bombast von
        
        
          Hohenheim –conocido como Paracelso–, en su obra
        
        
          De natura rerum
        
        
          [Sobre la naturaleza de las cosas],
        
        
          trata de las relaciones de simpatía entre las plantas y
        
        
          sus acciones terapéuticas, de cómo la semejanza lleva
        
        
          de una cosa a otra. Concretamente en su libro
        
        
          noveno, titulado
        
        
          De signatura rerum naturalium
        
        
          [Sobre
        
        
          la signatura de las cosas naturales], defiende que
        
        
          todas las cosas llevan un signo que revela sus
        
        
          cualidades invisibles. En relación con sus virtudes
        
        
          curativas, según Paracelso,‘lo parejo cura lo parejo’ y
        
        
          ‘todo vegetal está señalado por la Naturaleza; y para
        
        
          lo que él nos significa, para aquello es bueno’, criterio
        
        
          que determinó la aceptación generalizada de la Teoría
        
        
          de los Signos, sostenida en aquel tiempo por el
        
        
          italiano Pietro Andrea Matthioli y el español Andrés
        
        
          Laguna.
        
        
          La virtud de las plantas estaba reflejada en sus
        
        
          formas, colores o sabores de alguna de sus partes
        
        
          (hojas, raíces, tallos, frutos, semillas, etc.), símbolos
        
        
          de sus propiedades, como expresión de una ‘divina
        
        
          revelación’, pues ‘ansí las señaló Natura con
        
        
          semejante librea’, según palabras de Andrés Laguna.
        
        
          Con esa base se asignaron propiedades medicinales
        
        
          a muchas plantas. Por ejemplo, los frutos del beleño
        
        
          (
        
        
          Hyoscyamus niger
        
        
          ), con su cuerpo ventrudo,
        
        
          rematado por una corona de dientes triangulares, se
        
        
          consideraba remedio contra la podredumbre de las
        
        
          muelas, las caries, por  su semejanza con ellas; la
        
        
          rosa se tenía como remedio contra la mordedura
        
        
          de los perros rabiosos gracias a sus espinas en
        
        
          forma de diente de perro, lo que justifica el nombre
        
        
          de una de sus especies (
        
        
          Rosa canina
        
        
          ); el género de
        
        
          líquenes que conocemos con el nombre de
        
        
          Lobaria
        
        
          se consideraba útil para las afecciones de pulmón
        
        
          por su estructura semejante a los lóbulos
        
        
          pulmonares, tanto más la especie que llamamos
        
        
          Lobaria pulmonaria
        
        
          , etc. Con todo, el espíritu
        
        
          observador y crítico de aquellos sabios ya chocó
        
        
          con las interpretaciones dadas y convinieron que
        
        
          muchos de aquellos signos no respondían a las
        
        
          virtudes atribuidas.
        
        
          Si las palabras son en sí mismas un símbolo, suelen
        
        
          serlo doblemente en la nomenclatura botánica. Lo
        
        
          son por su propia condición y lo son también con
        
        
          frecuencia por referencia a algún significado
        
        
          relacionado con su forma, color, hábito, hábitat,
        
        
          mitología, etc., siempre en latín o latinizadas porque
        
        
          en Botánica la nomenclatura sigue siendo latina,
        
        
          como reminiscencia de la
        
        
          lingua franca
        
        
          en la que se
        
        
          escribió esta y otras ciencias, hasta no hace mucho
        
        
          tiempo.
        
        
          Entre los miles de nombres de plantas son frecuentes
        
        
          los epítetos
        
        
          sylvatica, montana, aquatilis, rupestris, annua,
        
        
          perennis, minor, ovalis, lanceolata, rubra, incarnata, lutea,
        
        
          spinosa, glabra, puberula, hispida, odora,
        
        
          etc., que
        
        
          expresan con claridad alguna de sus características en
        
        
          lo relativo a la forma, el color, olor, medio de
        
        
          procedencia. En la nomenclatura botánica se cruzan
        
        
          también la ciencia y la mitología, con el ejemplo
        
        
          clásico del género
        
        
          Narcissus
        
        
          , entre tantos donde
        
        
          elegir, relacionado con el mito de Narciso. La historia
        
        
          del joven tiene distintas versiones en la mitología
        
        
          griega y romana, pero en esencia refiere la historia
        
        
          del hijo de
        
        
          Cefiso
        
        
          y de la ninfa
        
        
          Liriope deThespia
        
        
          . Joven
        
        
          vanidoso, admirador de su propia belleza, que
        
        
          desdeñaba los amores de los demás –del joven
        
        
          Ameinias en la versión griega y de la ninfa Eco en la
        
        
          romana-, por lo que la diosa
        
        
          Némesis
        
        
          le condenó al
        
        
          olvido y al dolor del amor no correspondido. Narciso
        
        
          acosado por la sed se inclinó una tarde sobre el
        
        
          espejo de un arroyo para beber agua, se quedó
        
        
          prendido de su propia imagen reflejada y absorto
        
        
          cayó al agua y se ahogó. En aquel mismo lugar, cuenta
        
        
          28
        
        
          ●
        
        
          Pliegos de Rebotica
        
        
          ´2016
        
        
          ●
        
        
          
            Lobaria pulmonaria (
          
        
        
          L.) Hoffm.
        
        
          Cortesía de Eva Barreno.
        
        
          
            Hyoscyamus niger
          
        
        
          L. Beleño
        
        
          negro
        
        
          
            . Franz Eugen Köhler,
          
        
        
          
            Medizinal Pflanzen (1887).