Revista Farmacéuticos - Nº 125 - Abril-Junio 2016 - page 38

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vida vuelve a abrirse paso y un
resultado tan hermoso nos
empuja a pensar en
términos de calidez y
dulzura, pero este
pequeño experimento
mental puede servir para
dejarnos pensar de un
modo diferente: Un
resultado dulce puede
llegar a partir de
experiencias amargas, la
diferencia es el sentido
dado a la experiencia. Es sabido que
incluso el dolor tiene una gran
componente subjetiva y la herida en el
campo de batalla duele menos que la herida
recibida con un encuadre inesperado, la
diferencia es que en la batalla es fácil dar
sentido al golpe recibido, cuando el mismo
golpe es inexplicable nuestro dolor aumenta.
No se trata de intentar inventar un sentido a la
experiencia, es un poco más complejo porque
se trata en realidad de encontrarlo, de atreverse
a desear porque un mismo hecho tiene dos
posibles formas de ser abordado. La atención
interna puede centrarse en la carencia o
hacerlo en el deseo entendido como la
anticipación de un resultado deseado. Puede
pensarse “no tengo tal cosa” o simplemente
atreverse a sentir el deseo de alcanzarla, lo
primero movilizará el desagrado, la disforia, la
otra manera dispondrá nuestras energías hacia
un objetivo, inyectará euforia que convertida en
un plan motor puede hacer que la carencia
quede superada y en el peor de los casos, es
decir, si tal objetivo no se alcanza, al menos se
habrá vivido la experiencia de un modo más
dinámico y al auspicio de una sensación de
motivo y sentido de la existencia. Todos, sin
excepción, incluso los más férreos seguidores
de la ciencia positiva, tenemos una impresión de
orden subyacente al contemplar las
estrellas, es una especie de visión ciega
como la que ocurre cuando un sujeto, en
virtud de una lesión en la corteza visual
pierde su capacidad perceptiva de la visión,
conserva una sensación de
presencia o ausencia de
objetos presentados en lo
que sería su campo
visual. Sabemos que
una vía directa
desde la retina a la
amígdala cerebral a
través del tálamo es
la responsable de este mecanismo
de impresión, de visión
ciega. Es evidente que tal
mecanismo es posible gracias
al tejido nervioso
subyacente tanto como
al neuropsicólogo que
retroalimenta en el
sujeto la exactitud de su
impresión. Gracias a esta
colaboración es posible
enseñar a las personas
afectadas de ceguera
cortical a discriminar la
presencia de un obstáculo
mejorando así notablemente su
funcionalidad. Desgraciadamente nadie puede
ofrecer retroalimentación de la impresión de
orden, de ahí que sean las doctrinas que
aludiendo a la fe nos intentan ofrecer
respuestas, pero creo que cada uno de nosotros
puede ser capaz de darse a sí mismo alguna
certeza que confirme nuestra impresión de
sentido, suelen venir de aquellos
comportamientos que hacen que nos sintamos
especialmente bien y generalmente se apoyan
en la idea del mutualismo, del ser capaces de
sobreponerse al egoísmo biológico y colaborar
de algún modo con otro teniendo además la
certeza de que esa colaboración será fructífera
en algún grado, ya sea por altruismo recíproco
o simplemente porque el bien estar causado en
otro reflecta en nuestro propio bien estar.
Quizá en un mundo basado en el crecimiento
del consumo resulte difícil entender que el
mutualismo es un acto de la inteligencia más
que del sacrificio, pero creo que sería posible
practicarlo incluso a gran escala. Se me ocurre
una cuestión que hiere la sensibilidad de
muchos, creo que si nuestros gobiernos
hubieran solicitado el apoyo ciudadano para
acoger, al menos, a los niños que vienen a
Europa como refugiados, posiblemente, con muy
poco esfuerzo hubiéramos dado una respuesta
muy contundente al mundo, en vez de eso, nos
hemos dejado llevar
por nuestros
miedos y damos la
espalda a seres
humanos
indefensos
aunque hacerlo
suponga vulnerar
los principios de
nuestra civilización, así
confirmamos la opinión que de
nosotros tienen los que empujan a
estos mismos niños al odio.
Pliegos de Rebotica
´2016
FABULA
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