H
H
ubo algún tiempo, quizás en la segunda
mitad del siglo pasado en el que el respeto
a la Fiesta, al toro –en el sentido amplio de
la palabra– y al torero que se la jugaba, se
manifestaba por parte de los aficionados
mediante un silencio sepulcral que se rompía con la
finalización de las tandas y se convertía en ovación
estruendosa cuando la ocasión lo merecía. La plaza de la
Real Maestranza de Caballerías de Sevilla era uno de
esos templos del toreo en los que se escuchaban los
silencios cuando en el ruedo se enfrentaban el toro
encastado y bravo frente al torero valiente y lidiador. Eso
sucedía así, porque en aquellos tiempos la mayoría de los
asistentes a las plazas de toros eran
aficionado
s que
habían aprendido el
oficio
a base de asistir a festejos,
observar y escuchar los comentarios de otros
aficionados con mayor edad y experiencia. Digamos que
el título de aficionado se adquiría con los años y la
experiencia aprendida: de abuelos a padres, de padres a
hijos, etc. Poco a poco, sin
atragantones.
Lógicamente los tiempos cambian las nuevas
tecnologías se imponen y desde el púlpito televisivo
basándose en la defensa de la fiesta se trata de defender lo
indefendible y justificar lo injustificable: toros inválidos y
descastados y toreros doctores y maestros en la
vulgaridad, el
pegapasismo
y algunos en enfermería
intentando mantener en pie más 500 kilos de carne
moribunda. La consecuencia? … la huida de los aficionados
de antaño de las plazas de toros y la llegada de un público
bullanguero, aplaudidor e ignorante desde el punto de vista
taurino que acude esporádicamente a las “
corridas de
clavel
” a modo de acto social para dejarse ver y hacer
fotos a los famosos del momento, Pero que sus
conocimientos taurinos son escasos, por no decir nulos.
Al contrario que los buenos aficionados del siglo pasado,
este público de aluvión, ha
malaprendido
el oficio viendo los
festejos en la TV y escuchando los comentarios del
veterano Molés y los toreros corporativistas que tratan de
amaestrar y confundir a esta gente de buena voluntad que
se cree todo lo que oye y que al ser mayoría se apoderan
de la opinión del aficionado cabal que a nadie interesa. La
transmisión televisiva es impecable pero yo le quito el
sonido para evitar dolores abdominales y no perder la
cabeza.
La grandiosidad de ese Templo del toreo y lo que
representó en su día se está profanando con este público
ignorante que pide constantemente silencio para
presenciar a una supuesta figura del toreo el quitarle las
moscas a un inválido bovino con semejanza de toro o se
trata de callar a los pocos aficionados que se atreven a
protestar semejante burla. Últimamente en Sevilla, se pide
silencio por todo y se aplaude todo: a los picadores por
simular la suerte de varas, a los toreros por ejercer de
enfermeros ante toros inválidos, por torear al hilo del
pitón e incluso por atizarle al toro indignos bajonazos.
También por eso se piden las orejas con pasión y
desconocimiento.
Sólo los aficionados de escalafón, los que aprendieron
de sus mayores poco a poco, recordarán el indulto del
TORO deVictorino
“cobradiezmos
”, marcado con el
número 37 de 562 kilos de peso nacido en diciembre de
2011 para enaltecer el honor y la gloria de esta fiesta y
para desagravio de tanto toro-basura, inválido y
descastado. ¡¡¡Viva la casta brava!!! Para que luego digan
que los toros con mucho peso no embisten. Que solemne
tontería. No embisten los toros descastados. Se imaginan
que hubiera sucedido si ese toro cae en manos de
Morante de la Puebla en vez del moribundo
nuñezdelcuvillo
?
Prefiero no imaginármelo … por si acaso. Me quedo con
esa torería, ese arte y pinturería con que el Maestro de La
Puebla toreo a ese simulacro de toro. Mientras tanto el
otro público aplaudidor, el que pide silencio
constantemente, sólo se acordará de haberse hecho una
foto con el famoso de turno o, en el mejor de los casos de
haber visto cortar algunas orejas a sus figuras favoritas
después de haberle practicado una faena interminable,
vulgar y aburrida.
Lástima que a los del Ministerio del Tiempo no les
interese la “
fiesta
” y no hayan podido intervenir para evitar
semejante decadencia.
■
José Luís Blanco Pérez
34
●
Pliegos de Rebotica
´2016
●
El matador de toros Morante de la Puebla en el segundo
de su lote en la decimocuarta corrida de abono de la Feria
de Abril hoy en la Real Maestranza de Sevilla. EFE/Jose
Manuel Vidal.
Los silencios de la
Maestranza