y liberales e, incluso, a restablecer
la Inquisición, abolida por las
Cortes de Cádiz.
No es de extrañar, por tanto, que
durante el llamado
Sexenio
absolutista
los pronunciamientos
fuesen muy numerosos, desde el
de Espoz y Mina en Navarra
(1814) hasta el del coronel Vidal en Valencia
(1819), aunque fue el levantamiento de Riego
en 1920 el que devolvió a los liberales al primer
plano de la actividad política. Sin embargo, tres
años después, los “Cien mil hijos de San Luis”
propiciaron la vuelta al absolutismo. Y tal fue
de lamentable el reinado de Fernando VII que
sus últimos diez años merecieron el nombre de
<<ominosa década>> y constituyeron el último
intento fracasado de restaurar el Antiguo
Régimen. Años que, a su vez, fueron testigos de
nuevos pronunciamientos protagonizados por
los liberales que se quedaron en España, por los
exiliados en Francia e, incluso, por los realistas
que llegan a promover la
Guerra de los
Agraviados
en 1827 para intentar liberar al rey
del cerco constitucional al que estaba sometido.
Un rey que muere en 1833, año en el que estalla
la primera guerra carlista cuyo inicial grito de
<<¡Viva Carlos V!>> se produce en Talavera de
la Reina, para extenderse posteriormente a otras
provincias.
(El carlismo, tras el
abrazo de Vergara
que en
1839 ponía fin a la primera guerra, volvió a
levantarse en armas en dos ocasiones más y se
convirtió en una fuerza política presente en la
historia contemporánea de España).
En 1843 Isabel II alcanza la mayoría de edad y
en 1845 se aprueba la Nueva Constitución
dentro del marco de la llamada
Década
Moderada
. Durante su reinado se registra un
nuevo golpe de Estado por el general Narváez,
se establece la reforma monetaria del marqués
de Salamanca, se firma el Concordato con la
Santa Sede, acaecen las revoluciones de julio de
1854 y comienza el Bienio progresista hasta que
dos años más tarde, Narváez restablece la
Constitución. Madoz lleva a cabo su
desamortización y el reinado se cierra en 1868
con el destronamiento de Isabel y con la guerra
de Cuba.
Una nueva constitución
monárquicodemocrática, el reinado
de Amadeo de Saboya, la primera
República, la Restauración de
Alfoso XII, la regencia de María
Cristina, el asesinato de Prim y, años
después, de Cánovas del Castillo y
la pérdida de las últimas colonias,
jalonan el último tercio del siglo.
Un siglo que es, por antonomasia, la centuria
del ascenso de la burguesía con sus actividades
comerciales, industriales y liberales,
especialmente la medicina y la abogacía; una
época, pues, liberal y mercantil como viene a
demostrar la creación en 1857 del Banco de
Santander.
Un siglo que nace dentro del desmantelamiento
económico que supuso la guerra de la
Independencia y que se continúa con la pérdida
de las posesiones españolas en América, lo que
equivalía a la desaparición del flujo de metales
preciosos y la reducción de las exportaciones.
Un siglo con aroma de nuevos tiempos en el que
de los enciclopedistas del XVIII se había pasado
a una burguesía liberal y romántica que forma la
trama dominante y que levanta hornos (el
primer alto horno se instala en Marbella),
fábricas textiles, industrias químicas (fábricas
de ácido sulfúrico y abonos químicos)…
Pero un siglo, también, que llega a
descender su analfabetismo en un
veinte por ciento, dentro siempre de sus
altísimas cifras y que establece la
reforma educativa de Claudio Moyano;
en el que deslumbran los pinceles de
Goya; se crea la Escuela de Caminos;
se funda el Ateneo científico y
literario de Madrid. Y el Real
Conservatorio de Música.
José Zorrilla estrena su
Don Juan
; Gustavo
Adolfo Bécquer
extiende sus
Rimas
por el cendal de la
poesía española. Las
cuevas de Altamira
El templo de la
Sagrada Familia
P
de Rebotica
LIEGOS
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La Regenta