Revista Farmacéuticos - Nº 113 - Abril/Junio 2013 - page 30

L
os que durante una larga vida siempre
nos hemos visto atraídos por la música y
por todo lo que de ella se deriva, hemos
de agradecer las satisfacciones y los
felices momentos que hemos disfrutado
merced a ella.
Nunca sabría descubrir el momento
en que se me manifestó esta afición,
aunque la creo relacionada con mi más
remota infancia, quizá influido por el
interés de mis padres en introducirme, desde muy
pequeño, en manifestaciones de este tipo tales
como apuntarme a la Sociedad de conciertos de
mi ciudad , asistir a alguna de las más elementales
zarzuelas que en aquel tiempo proliferaban porque
debido a la guerra mundial muchos artistas se
quedaron sin trabajo y podíamos disfrutar de su
presencia por unos precios que hoy causarían risa,
o participar en agrupaciones corales, desde el
colegio, que siempre me atraían. Y aunque eran los
tiempos de la posguerra, vemos que tampoco
hacían falta grandes estipendios para fomentar el
buen gusto en las personas, y no recuerdo ni un
momento en que no me sintiese fascinado por
aquello.
En mi adolescencia ya me interesaba por la
ópera como una de las manifestaciones de la
música, pero no porque me lo inculcase nadie, y
todavía recuerdo mis audiciones a través de mi
modesto aparatito de radio que tenía en mi mesilla
de noche y que a veces se paraba y tenía que darle
unos cariñosos golpecitos para que continuase.
Desde allí seguía las retransmisiones que ofrecía
Radio Nacional de España desde las salas de
conciertos y teatros de ópera de todo el mundo
que fueron muchísimas y muy importantes, con
las que yo me iba familiarizando con todas las
figuras del arte y con todo lo que se cocía en el
teatro de la Scala, la ópera de Viena o el Covent
Garden con la misma facilidad que nos
aprendíamos las alineaciones de los más
renombrados equipos de fútbol del momento.
Después en la sección musical del Colegio
Mayor iría ampliando mis conocimientos. sobre
todo de las versiones discográficas que llegaban a
nuestras manos y hacer comparaciones entre ellas,
sacando interesantes conclusiones. Así sin darme
cuenta, y sin gastarme un céntimo, había
conseguido los suficientes conocimientos para
mantener una conversación sobre la materia con
algún músico o profesional si se presentaba el
caso.
Y llegaría el día en que, disponiendo de
medios propios, mi hobby y mis aficiones, como
las de todo el mundo, se centraban generalmente
en viajar, pero en mi caso aprovechaba para ir
conociendo todos aquellos lugares, todas aquellas
salas de conciertos y teatros de ópera que desde
pequeño bullían en mi imaginación y que me
proporcionaron horas muy felices tanto a mí como
a los seres queridos que me rodeaban.
Me había convertido, sin pretenderlo en un
aficionado a la música normal, sin hacer jamás
ningún alarde de ello. Como la cosa más natural.
Pero he ido conservando en casa muchas
grabaciones, discos de todo los tipos que fueron
apareciendo a lo largo de mi vida según los
avances de la técnica y luego llegarían los vídeos
y los DVD, que yo seguía almacenando en casa y
de lo que conservo una interesante colección así
como de publicaciones que ya van formando una
interesante biblioteca. Y disfruto ahora
tranquilamente repasando todo eso, estableciendo
comparaciones y siguiendo la estela de todos
aquellos divos que me interesaron en su día,
ayudado también por internet. Asisto a los eventos
musicales que me pillan a mano, sin la fogosidad
y el ímpetu de mis años dorados en que seguía las
temporadas de casi todos los sitios con un afán
que a veces resultaría exagerado.
Por eso algunas veces me encuentro con
cosas que producen estupor, tal es el caso de la
Jesús Arnuncio Pastor
MÚSICA
P
de Rebotica
LIEGOS
30
Teatro Real de Madrid
Algo sobre la
ópera
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