Revista Farmacéuticos - Nº 113 - Abril/Junio 2013 - page 17

Empecemos por el principio:
- ¿Tuviste una infancia cómoda?
Nada me faltó, especialmente el pródigo amor de
unos padres que hasta hoy siguen pendientes de su
semilla, y de la semilla de su semilla, mi hijo José
Alfredo. Y más que cómoda, fue de profunda
felicidad: todo en una pequeña ciudad de la
Amazonía peruana llamada Puerto Maldonado,
entre dos grandes ríos, muy cerca de la frontera con
Bolivia y Brasil. La selva me es sinónimo de
infancia, de ventana al Paraíso, de España en la
boca y en la memoria de los ancestros.
-¿Cuando decidiste ser escritor y por qué?
Desde muy temprano leía todo lo que encontraba
por casa. La pequeña biblioteca de mis padres,
enciclopedia incluida, me quedó escasa. Luego
pedía libros prestados… Entonces pensé en ser
escritor para contar historias propias y ajenas. El
tiempo me decantó hacia la poesía por absoluta
necesidad: en sus travesaños es donde mejor se
cuelgan las esquirlas que llevan marcadas mi hierro
de propiedad.
- ¿Cuántas horas trabajas al día y cuantos días
a la semana?
Cumplo con los horarios establecidos para todo
trabajador en la España que todavía mantiene
puestos de trabajo. Eso en cuanto a ser profesor
universitario, con sus cargas añadidas por el
demacrado Plan Bolonia. Como poeta, el desvelo es
mayor, pues debo ganar horas a las noches o a las
madrugadas de la semana entera.
- ¿Te es fácil compaginar tu vida profesional
con la familiar?
Desde hace algunos años lo cierto es que me resulta
muy fácil: dejé aparcadas prisas y motivaciones de
ascensos aparentemente beneficiosos, pero que me
hacían descuidar a mujer e hijo. Ahora soy muy
casero, pendiente de una y otro: mi amada familia a
orilla del Tormes.
- Un momento de tu vida especialmente difícil.
Unos meses de antaño, cuando mi esposa estuvo
enferma y no sabíamos exactamente de qué. El
hombre se hace uno con la mujer que elige como
compañera. Dos personas para una sola vida en
común.
- Una meta profesional
Tratar de enseñar lo mejor posible a mis alumnos
de la facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Salamanca. Transmitir mejor los
conocimientos; también darles ánimo y proyección
para su futuro mediato.
- Una meta humana.
Ser cada vez más humano, mejor persona, dejar de
lado los múltiples defectos que uno tiene.
- Un agradecimiento especial.
En la vida más íntima debo gratitud perpetua a mis
padres y a Jacqueline, mi esposa. En España, lo he
repetido más de una vez, debo gracias infinitas a
Carlos Palomeque y a Alfonso Ortega Carmona,
quienes me ampararon cuando llegué a Salamanca.
-En pocas palabras ¿qué opinas de Dios?
Dios tengo. Bastan dos palabras para decir que
Cristo me vivifica a diario, que está entrañado en
mí, que su Verbo y su Espíritu marcan las pautas de
P
de Rebotica
LIEGOS
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Hablando
entre amigos...
Alfredo Pérez Alencart
Margarita Arroyo
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