Cuervo”, “Collado del Mostajo”, “los ojos del rio
Moros” –desde niños a este conjunto lo
llamábamos “LA GARGANTA”–, hasta llegar a la
Peñota zona norte.
El recuerdo de la infancia en ese lugar, trae a la
memoria la mayor riqueza de especies ubicándonos
en altitudes intermedias (1000.1650 m), lagartija
serrana y lagarto verdinegro. Si bajábamos al rio
Moros en la parte segoviana conocíamos las
truchas y sus piedras predilectas donde
esconderse. Nosotros les poníamos nombre a
cada una y allí estaban siempre, cuando más
adelante trabajamos
en diferentes oficios,
el grupo de la
infancia y amante de
esos caminos nos
juntábamos, e
íbamos a verlas los
sábados y solo les
faltaba saludarnos.
De la trucha que
hablo es la
Salmo
trutta
, trucha común
en los tramos
medio-altos y altos
de la parte
segoviana, pez de
coloración variable,
con manchas negras
y rojas, con un
tamaño de 60cm
como muy grande.
Siempre en aguas
rápidas y frías.
Y es al desplazarme
hasta
Navalatienda
,
lugar muy especial
para mí, cuando en
ese entorno
maravilloso aprendo
a conocer especies
vegetales típicas
como el pino
silvestre, el roble
melojo, el enebro, el
acebo y una seta
venenosa peligrosa,
muy bella de aspecto, la
Amanita muscaria
, con la
que no se permiten equivocaciones ni bromas.Y
me quedo extasiada observando una fauna de
abundantes mamíferos como ciervos, jabalíes, lobo
ibérico, corzos, gamos, cabras montesas, tejones,
gatos monteses, zorros y liebres. Muchos días al
pasear por aquella zona, veíamos la familia de
jabalíes con sus jabatos cruzando los caminos y
dejando su huella en los regatos tras revolcarse.
Y allí mismo, al llegar el otoño es una delicia
buscar setas y sobre todo el boletus y tomar
ambos como un premio por haberlos encontrado.
También en Navalatienda, dos ejemplares regios y
de gran tamaño fueron las grandes rapaces como
el águila imperial o el buitre negro que
desarrollaron mi interés de inmediato.
Cualquiera que
conozca estos
parajes me
comprenderá a la
perfección. Todos
estos lugares son
para poder meditar
largamente, son
lugares para aislarte
para encontrarte
con tus raíces,
como yo tantas
veces lo he hecho.
Una persona
cercana a mí,
todavía la recuerdo
en días de invierno,
delicado muy
delicado de salud,
recorriendo en su
coche sesenta
kilómetros para
acercarse a
encontrar sus
raíces según me
contaba. No salía
del coche pero
llegaba hasta la
“Panera”, las
“Campanillas” y allí
recordaba sus
reposos del alma
cuando subía al
“Montón de Trigo”,
“Peña del Oso”,
“collado de Mari
Chiva”, etc. Es difícil
imaginar que puedan existir estas situaciones,
pero, si señores, existen.
Arropados por el silencio, en estos lugares es
habitual pasar del pensamiento a la meditación, de
la meditación a la calma plena, o a la tercera
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Pliegos de Rebotica
2019
