Revista Pliegos de Rebotica - Nº 139 - octubre-diciembre 2019 - page 38

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Al terminar, su ánimo
había cambiado, ya no había atisbo
de estupor y mucho menos de
incomprensión, la burla había
provocado su efecto, el humor le alejó de la
pesadez yanto como de la pesadumbre.
Cerró los ojos unos minutos y en seguida sintió
la necesidad de volver a andar. Así lo hizo, se
incorporó y olvidado del calor siguió adelante
con su paseo. Como era de esperar el
verano seguía intacto, su fuerza se hizo
notar y pronto surgió de nuevo la
necesidad del frescor.
Aunque es sabido que de la sombra
del nogal viene mucho mal, de
nuevo la penumbra tentó a la
prudencia y allí bajo sus hojas se
sentó.
Esta sombra invitaba a un modo
más reflexivo de
pensamiento, se
planteó una
cuestión. ¿Cómo
diferenciar al necio
del sabio, como al honesto del farsante
y de modo más público, como saber si
lo que nos dicen es pura demagogia o
es el discurso democrático?
Cerró los ojos y se dejó ir, recordó que esta
cuestión inquietó ya al mismo Aristóteles, por
tanto debe de ser un asunto peliagudo y delicado
en todas sus aristas.
Se le ocurrió una chanza. Es curioso que son los
enfermos los que más opinan sobre la salud, son
los obesos los que recomiendan las mejores
dietas, son los ignorantes los que se atreven a
hablar de cualquier cosa. Pareciera que la
ignorancia es proporcional al número de
opiniones
emitidas.
No es una
panacea, pero al menos es un
indicio. Si alguien opina de
forma continua,
probablemente carece de verdadero
conocimiento. Posiblemente la ecuación se
cumpla también en contrario y sean los hombres
sabios los más prudentes en emitir opinión.
En todo caso pudiera ser que la opinión vacía de
contenido deje en quien la escucha la misma
vacuidad que le acompaña, una extraña sensación
de acompañamiento emocional
por el tono de lo escuchado y
poco más.
Con estos pensamientos
regresó un cierto grado de
pesadumbre. Al fin y al cabo, se
replicaba la profecía de Aristóteles,
cuando una democracia se
estanca tiende a su
perversión convirtiéndose en
una demagogia.
La sombra del nogal, trajo
consigo la amarga verdad.
Se levantó y volvió al ardiente
camino, fue así, bajo el implacable
calor, sin sombras de higueras ni
nogales, que desde algún recóndito
de la conciencia surgió como brote nuevo una luz
de esperanza. Nosotros, los que vamos a pie por
el camino somos la esperanza. Hagan lo que
hagan los mandantes, los mandados lo
enmendaremos, buenas razones, sabemos bien el
oficio y la costumbre nos ha hecho fuertes y
capaces de superar aquello que la vida imponga.
Por eso somos pacientes, a veces incluso
pudiéramos parecer pasivos, luego de pronto,
echamos a andar y de nuevo el impulso recorrerá
el mundo.
Al menos así lo sintió en su ensoñación la tarde
de un verano de mucho calor.
Pliegos de Rebotica
2019
FABULA
Ignorancia
Honestidad
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