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Pliegos de Rebotica
2019
Casi todos los monasterios medievales están
diseñados siguiendo el modelo de villa romana de
explotación rural, con cuatro zonas básicas:
1
Zona de religiosidad: iglesia basilical con tres
naves,
claustro
de planta cuadrada y con un pozo o
fuente en el centro,
sala capitular
para reuniones,
refectorio
o comedor y habitaciones para novicios y
monjes.
1
Zona para la administración y gestión del
monasterio.
1
Zona dedicada al desarrollo de actividades
culturales o intelectuales: escuela de novicios,
biblioteca o
scriptorium
.
1
Zona hospitalaria para hospedaje y albergue de
peregrinos, visitantes o pobres.
1
Otras dependencias: huerto, jardín, botica,
cuadras, bodega, etc.
El
refectorio
o comedor suele ser una sala
rectangular, amplia y luminosa, donde un monje lee
habitualmente algún pasaje de la Biblia,
antiguamente en latín, mientras los demás comen
una estricta y frugal dieta en silencio. En el
scriptorium
se pueden pasar horas leyendo textos y
pergaminos del archivo o copiando manuscritos, tal
y como lo hacían en el medievo; ya que aún no se
había inventado la imprenta. Los huéspedes
difícilmente lograrán realizar la esmerada caligrafía
de los antiguos copistas que era redonda y regular,
ni emular los dibujos que adornaban cada página del
pergamino con motivos florales realizados con
sosiego y pulcritud; pero pueden intentarlo. Los
monasterios cristianos en la Edad Media fueron el
refugio y salvaguarda de libros antiguos y de todo
el saber conocido durante mucho tiempo.
Acumularon la mayor parte de los tesoros
bibliográficos
de Europa con la excusa de
preservarlos de la invasión de los bárbaros y de las
guerras; afortunadamente, hoy componen el
corpus
bibliográfico
de los archivos y bibliotecas de muchas
de las órdenes monásticas, que de otra forma se
habrían perdido o habrían desaparecido.
La
sala capitular
para las reuniones sobre temas
internos o para la lectura de los capítulos de la Regla
de San Benito y el
claustro
adosado siempre a la
iglesia, con preciosas arquerías y columnas con
magníficos capiteles cincelados con primor, son zonas
imprescindibles que completan la visión virtual de un
monasterio cisterciense y serán zonas de asueto para
los intrépidos visitantes o residentes temporales del
monasterio.
El
huerto monacal
ocupa siempre un lugar preferente
del monasterio porque es su fuente de alimentación y
el ingrediente básico de su terapéutica. Seguramente
habrá plantaciones de patatas, tomates, pimientos,
cebollas; árboles frutales como el castaño, avellano,
madroño, níspero, cerezo; muchas flores y bulbos de
tulipanes, narcisos, azucenas, lirios, dedaleras o
prímulas; un herbario o huerto de plantas medicinales
con especies vegetales aromáticas, pero también
plantas medicinales de gran utilidad como caléndula,
malvavisco, romero, hinojo, hierba de San Juan