Revista Pliegos de Rebotica - Nº 139 - octubre-diciembre 2019 - page 35

El marido y los hijos mayores se organizan.
Buscan regente para la farmacia, cuidadoras para
las hijas pequeñas y ellos turnándose para no
dejarla sola. Uno viene desde Roma, otro desde
Valencia. Seguían rezando en familia mientras la
enfermedad avanzaba. Pedían al Santo de su
devoción “cura a mamá”, hasta que una tarde, la
pequeña de la familia, de tan solo nueve años, se
plantó: “A San Fulano yo no le voy a rezar más.
¡No ha movido un dedo!”.
Durante el curso de su enfermedad, María
Antonia viajó a Lourdes en compañía de su
marido y tres hijos. Se acercaba la Navidad y
eran los únicos peregrinos. Pero faltaba lo
principal: peregrinar a Roma y visitar al Papa. Lo
harían en breve.
A Roma llegó el matrimonio acompañados de un
hijo y las dos niñas. María Antonia presentaba un
rostro demacrado y algo hinchado por la
cortisona, pero arreglada como siempre,
impecablemente vestida y tocada con una peluca
favorecedora.Y así entró en el
Potone di Bronzo
,
se cuadraron solemnes los guardias suizos y
enfiló los largos pasillos del Vaticano. El Papa la
bendijo con la señal de la cruz.
Bendecida volvió a Madrid.Ya en la cama de
hospital, inconsciente, María Antonia recibía la
cruz de misionera en una ceremonia sencilla.
Semana y media después, el 3 de junio de 1998
falleció. Su cuerpo fue llevado a la capilla de la
Trinidad en Loeches y allí estuvo expuesto ante
el Sagrario hasta la madrugada. De allí fue
trasladado hasta su última morada.
Está enterrada en la cripta de la Almudena.
Han pasado muchos años y el proceso de
beatificación está en marcha. Para proceder a la
beatificación se requieren dos procesos: virtudes
heroicas y un milagro. Se pide un fallecimiento
con fama de santidad y que ésta sea constante y
difundida en diversos lugares. La legislación actual
exige que transcurra un plazo de cinco años
desde la muerte del fiel y que no hayan pasado
50 años para evitar desaparición de pruebas.
Se han editado estampas que contienen
oraciones al fiel, pero constando la finalidad de
devoción privada de dicho impreso. También un
libro para su divulgación “María Antonia: el
corazón de una familia” de Ediciones Palabra. De
momento no hay milagro atribuido a la
intercesión de María Antonia.
Hasta aquí la vida y muerte de una mujer normal,
sencilla y corriente. Que finalizó sus estudios de
Farmacia en 1969. Preguntando aquí y allá,
especialmente a una de sus hijas, leyendo todo lo
que caía en mis manos sobre el caso, descubro
que esa joven guapa y moderna que bailaba el
hula hoop
embutida en unos ceñidos short, que
vestía pantalones vaqueros ajustados, llevaba bajo
sus ropas un cilicio. Un cilicio que la acompañó
bajo el vestido de novia, el día de su boda
celebrada en febrero de 1969.
En palabras de su hija María Antonia, era santa de
lo cotidiano, nada especial, aunque… ¿hay algo
más especial que hacer la voluntad de Dios en
cada momento? Cuando farmacia, farmacia.
Cuando familia, familia. Cuando se van uno a uno
todos los hijos varones para ejercer el
sacerdocio, aceptar lo que Dios quiere.Y cuando
llega la cruel enfermedad…lo mismo.
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Pliegos de Rebotica
2019
LOS BOTICARIOS
Lapida en la cripta de la Almudena
Los hijos de María Antonia en la actualidad. De izquierda a
derecha el padre José, Eduardo, padre Juan Antonio, padre
Carlos, padre Luis, María Antonia y Marta. Foto Provista.
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