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Pliegos de Rebotica
2018
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ras el Descubrimiento de
América, el impacto que causó en
la sociedad la culminación y
triunfo de la Primera Vuelta al
Mundo (1522), organizada,
en nombre del rey Carlos V, por la
Casa de la Contratación de Sevilla, se
trocó, entre otros hechos digamos
de la cotidianidad, en la dedicación de
hombres de ciencia a la mejoría y
renovación técnica de los
instrumentos de navegación,
imprescindibles para las singladuras
de altura, allende el océano
Tenebroso (Atlántico). No solo los
cosmógrafos, geógrafos y pilotos, sino también
los dedicados a otros campos del saber, que es el
caso que deseo tratar en el presente escrito,
mediante la consideración de un boticario, Felipe
Guillén, y un médico, Simón de Tovar, ambos
testigos del protagonismo de los trabajos y
resultados de la misma Casa de la Contratación,
centro diana europeo de todo lo que se cocía en
lo concerniente a la ciencia, la técnica y el arte
de la navegación.
Uno de los problemas de mayor envergadura –tal
vez el mayor- era el cálculo de las coordenadas
geográficas marítimas, no tanto la latitud,–
calculable en el hemisferio norte por la estrella
Polar y en el sur por la altura del Sol en el
acaecer del mediodía, como la longitud,
verdadero caballo de batalla y jaque continuo
para cosmógrafos y pilotos. Cuestión que se
antojaba como irresoluble, o al menos, con muy
pocas garantías de autenticidad, según los
métodos de cálculo disponibles en la época. El
mismísimo Ruy Falero, fue invitado por Fernando
de Magallanes, a tenor de los conocimientos que
decía tener, en el cálculo matemático de la
longitud. No se embarcó y no se sabe si tal
suposición era cierta. Fue declarado, al parecer,
demente.
El boticario Felipe Guillén, aunque disponemos de
escasos datos biográficos, parece que nació en
Sevilla, hacia 1492 (año histórico, en verdad). Se
dice que fue testigo presencial de la partida de la
Primera Vuelta al Mundo. Tuvo botica abierta en la
ciudad hispalense, entendido en ajedrez,
cortador de tijeras (sastre), naturalista
(conocedor de mineralogía y piedras
preciosas durante su estancia en Brasil),
astrónomo y matemático. Las
circunstancias de la vida (no entro en
ello ahora) le obligaron a trasladarse a
Portugal (en realidad, se ofreció al rey
de Portugal) y, posteriormente, a Brasil,
donde se casó y tuvo tres hijas. En este
último país triunfó y recibió honores
por parte de la corona y fue
nombrado "veedor e evaluador de
drogas das casas da India e Mina",
entre otros cargos.
¿Cuál fue la contribución del boticario Felipe
Guillén a los sistemas de navegación? Se dedicó
un tiempo al cálculo -¡ahí es nada- de la longitud,
tras documentarse, según se dice, por vía oral, es
decir, preguntando y escuchando las narraciones
de los pilotos y marinería en el mismo puerto de
Sevilla, cuando llegaban del retorno americano. La
obra, por la que ha pasado a la Historia, y
entiendo debe ser conocido, es la construcción, o
invención según otros, de la
brújula de
desviación magnética
, o declinación magnética,
para la determinación de la longitud en rutas
marítimas transoceánicas. Consta que en 1525
presentó el aparato al rey Juan de Portugal,
mereciendo de él una recompensa sustanciosa y
otras consideraciones de honor y premios. En la
imagen una brújula de declinación, aunque no
exactamente la de Guillén.
El instrumento y su manejo lo describió Martín
Fernández de Navarrete (Ábalos, La Rioja, 1765 -
Madrid, 1844), marino, escritor e historiador,
miembro y director de la Real Academia de la
Historia: "Guillén hizo cierto instrumento que
era un círculo graduado, con una aguja pequeña y
tres hilos, y observando el sol a iguales alturas
antes y después del medio día, y hallando la línea
meridiana, daba a conocer la variación de la aguja,
y suponiéndola regula, deducía por ella la
longitud. Este instrumento se hizo muy común y
fue muy aplaudido al principio en Portugal entre
los hombres doctos, para que los pilotos le
llevasen en las naos".
Joaquín Herrera Carranza
Los instrumentos de navegación del
boticario
Felipe Guillén
y del médico
Simón de Tovar
