ciudad, esquivando a los muertos vivientes,
evitando ser transformarse en los seres que
les persiguen.Y si les capturan, se convierten
en
zombies
, pasando a intentar devorar los
cerebros de sus antiguos compañeros. La
verdad es que está muy bien organizado, y tras
invitar la organización a mi niña a participar….
me tocó quedarme hasta la una de la
madrugada intentado que ningún
zombie
le
capturase (por cierto, lo conseguimos, aunque
una docena de ellos lo intentó en algún
momento). Eso sí, inspiración
zombie
para mi
cuento…. no lo veo.
Pues buscaré en algo más cotidiano. ¿En mi
pequeño jardín de rosas? Rosas rojas o
amarillas, imperiales o enanas, de arbusto o
trepadoras. Además la rosa con la farmacia
tiene relación. ¿Qué farmacéutico no ha
destilado o utilizado agua de rosas en algún
momento? Y además en mi jardín, también se
han desarrollado luchas heroicas en los dos
últimos años: batallas incesantes contra
pulgones, el hongo “punto negro”, el oídio, y el
cenizo o “mal blanco”, han dejado varias bajas
entre los ejemplares del lugar, actualizado mis
conocimientos sobre tratamientos
fitoterápicos de las plantas, sacos de hojas,
ramas y brotes cortadas en pleno crecimiento,
flores anormalmente desarrolladas por alguno
de estos problemas, y muchas horas de
paciente cuidado y mimo, hasta que en este
verano, por fin, el crecimiento de los
ejemplares jóvenes empieza a ser gratamente
normal, las flores vuelven a recobrar los
colores de antaño, y las hojas surgen con un
verde espectacular. La madre Naturaleza (y
algún uno que otro producto que he
aprendido a preparar, disolver y aplicar con el
fumigador de mochila) ha triunfado. Eso sí,
ideas para mi cuento, ninguna.
Medios de comunicación. Redes sociales (a
través de mi cuenta de twitter
@jjorgepoveda). Noticias de prensa. Seguro
que surge algo. ¡Y vaya si hay novedades! Un
segundo ataque de virus en la red deja miles
de ordenadores encriptados, a la espera de un
pago en bitcoins, para que deje tu ordenador y
ficheros como estaban antes del mismo.
Políticos que se acusan unos a otros con el “y
tú más”, mientras los gobernados de a pie
sufren las consecuencias de sus actos. El brexit
por un lado, y los exabruptos del nuevo
presidente americano por otro. Por no hablar
de la locura de los radicales islamistas en
ciudades de nombre impronunciable, actos
abominables bajo el prisma de cualquier ser
humano,
si es que
siguen siendo
humanos. Ideas
y material de
sobra para un
cuento, pero que quizá
no merezcan darles
ningún tipo de eco. Cuarta
fuente descartada.
¿Y en el séptimo arte? Películas
como “Gladiator” y sus luchas sobre
la arena del circo, “El final de la cuenta
atrás” donde un portaaviones americano se
traslada al día anterior del ataque japonés a
Pearl Harbour o “El nombre de la rosa”, con
un monje apasionado de los libros jugando a
detectives, buscando a un asesino, son las
últimas que he visto, aunque ya tienen sus
años.Y pese a ser originales en argumento o
redefinición de ideas, sigo en blanco…
Y al final veo la luz. ¡Sí, la maldición del 13
existe! Es la maldición del folio en blanco, el
pánico escénico que cualquier presunto
aspirante a escritor sufre ante ese espacio
inabarcable, ese desierto de hielo que te atrae,
que te absorbe, que te llama y embruja, que te
desafía a atreverte a manchar su color
inmaculado con el negro de tu bolígrafo o tu
ordenador. Si se pone en boca de Pitágoras la
frase "Cállate o di algo mejor que el silencio",
algo similar se puede aplicar al folio en blanco:
“No lo manches,
si no tienes
algo mejor
que su
resplandor”.
Es la maldición
del número
13, el asesino
de Las Musas.
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13
Pliegos de Rebotica
2017
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