Revista Farmacéuticos - Nº 131 - octubre/diciembre 2018 - page 10

E
É
rase una vez en una luminosa ciudad muy
bonita, capital de una provincia andaluza y
puerto de mar, en que nació un niño al
que le bautizaron con el mismo nombre
que al Mesías.
Su infancia transcurrió feliz, hasta que un día su
papá se fue al Cielo con la llave de la despensa y
todo cambió.
El niño fue preguntado por su mamá si quería
seguir estudiando; contestó afirmativamente.Así
pues, a partir de entonces tenía que hacerlo “con
beca”; sino a trabajar.
Así fue, tanto en el bachillerato como en la
carrera (que vino a estudiar a la Universidad de
Madrid), sacó Matrícula de Honor en todo, 10
sobre 10 siempre.Aunque lo mejor que encontró
en la capital fue a su novia, una compañera de
clase, que había venido de una ciudad, también
marítima del norte de España. En la casa de
patrona donde vivió de estudiante universitario,
pasó hambre y frío y tuvo sabañones, algo ahora
desconocido, pues casi todos vivimos bien. Eran
años difíciles en España.Ahora es otra cosa.
Como siempre fue muy buen estudiante, serio
y honrado, solicitó, y le concedieron, otra beca
para ir a hacer la tesis doctoral a los países
escandinavos, en el laboratorio de un famoso
Premio Nobel. El sueño se hizo realidad.Allí
demostró que los andaluces (y por tanto los
españoles), saben lo que es tesón, sacrificio y
trabajar mucho y bien.Aprendió su difícil idioma e
hizo muchos y buenos amigos.
En esas lejanas tierras, descubrió cosas muy
importantes para poder hacer transfusiones de
sangre a los enfermos y operados de los
hospitales, que luego se aprovechó el mundo
entero.
Llegó a España y siguió trabajando. Dios le dió
bastantes hijos, y tenía que sacarles adelante. Su
mujer se quedó en casa para cuidar a los niños.
Llegó a ser Catedrático,Académico, Decano,
Vicerrector y muchas otras cosas importantes.
Llegó a ser sabio. Niños, sabéis que sabio es un
señor que sabe mucho y de muchas cosas, y que
no hace falta que hable habitualmente ni en inglés,
ni en alemán.
Pues bien, cuando se hizo mayor tuvo muchos
nietecitos, y todos eran muy felices. Pero un día a
la abuelita (la mujer del sabio), se le olvidaban las
cosas, no conocía a la gente,…. Mi maestro,
siempre está al lado de ella, mañana, tarde y noche.
Se hicieron más novios que antes, cuando eran
jóvenes. Se hicieron imprescindibles. Ella sólo
quería estar con él, y él con ella.
Ahora, a vosotros, a los nietecitos, a los
pequeñines, parece como si no os conociera. Ella
os quiere mucho, tanto como vuestro abuelo.
Cuando seáis mayores entenderéis mejor que
la abuela ahora tiene Alzheimer y que el abuelo,
además de un sabio, ha sido un santo.
Mi maestro fue siempre un buen marido, un
buen padre, un buen amigo, un gran abuelo y un
gran farmacéutico.
Mi maestro, a pesar de tener el pelo muy
blanco y muchos años, sigue estudiando, todos los
días; investiga si alguien, en algún sitio, ha
descubierto algo nuevo contra el Alzheimer. Seguid
también vosotros estudiando mucho.
Benito del Castillo
"A Don Manuel Ortega.
Mi Maestro, en la vida y en la
Universidad "
In Memóriam
A los nietecitos
de mi maestro
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Pliegos de Rebotica
´2017
Manuel Ortega Mata y Benito del Castillo
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