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Pliegos de Rebotica
´2017
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eclipse (sus obras) fueron
estimadísimas, como lo prueba el
gran número de manuscritos
conservados. No hubiera podido
redactar sus
Etimologías
de no
disponer de una biblioteca
excepcionalmente rica para la
época; proporcionar un
compendio de tipo enciclopédico
del saber antiguo cuando los
copistas de los monasterios se
afanaban principalmente en
reproducir textos litúrgicos fue un
servicio a la ciencia que influyó en
el Renacimiento Carolingio y
perpetuó su memoria".
Gracias, por tanto, a su
personalidad intelectual y la
colección de libros que atesoraba
en su biblioteca sobre el
conocimiento general, fue posible la redacción de su
colosal obra
Etimologías
, imprescindible en todas las
escuelas medievales hasta el Renacimiento. Uno de
sus capítulos se refiere a
La tierra y sus partes
y así
reflexionaba el sabio Isidoro desde su primera línea:
"La tierra está situada en la región central del
universo, colocada a modo equidistante de todas las
demás partes". Casi a reglón seguido la compara y
relaciona con el agua: "En su sentido propio, a la
tierra, para distinguirla del agua, se le designa con el
calificativo de árida, (...), pues la propiedad
característica de la tierra es su
sequedad; su humedad
proviene de la cercanía de las
aguas". Por lo tanto, se percibe
que, según la interpretación
del Doctor
Hispalense
,Agua y
Tierra son entidades de la
misma jerarquía física, que
hacen posible la vida.
Para el sabio hispalense, "mar
es el conjunto general de las
aguas".Y el
Mare Magnum
se
denomina así porque
"comparado con él, todos los
demás mares son más
pequeños". Aunque, precisa un
poco más: "Se le conoce
también como Mediterráneo,
porque, por medio de la
tierra, se dilata hasta oriente,
separando Europa, África y
Asia".
San Isidoro de Sevilla, nombra
el agua en numerosas
ocasiones a lo largo de su
obra más universal, como
también a los cuatro
elementos básicos (aire, fuego,
tierra y agua): "La carne está
integrada por los cuatro elementos:
es tierra en cuanto a la carne; aire,
en la respiración; líquido, en la
sangre; y fuego, en el calor vital".
Respecto al astro rey (fuego)
afirma que "la magnitud del sol
supera con mucho a la de la
tierra". Lo relaciona, lógico, con el
fuego, afirmando que "siendo de
fuego, el sol aviva aún más su calor
a causa de su vertiginoso
movimiento de rotación. Su fuego,
al decir de los filósofos, se alimenta
de agua, y es de ese elemento
contrario del que recibe la fuerza
de su luminosidad y de su calor.
Este es el motivo por el que
muchas veces lo veamos húmedo y
acuoso".
Siempre está presente el agua, más que símbolo,
fuente de vida. Por ello, no es de extrañar que el
maestro Isidoro escribiera un verdadero, se me
antoja,
Canto al Agua
, que transcribo a
continuación, tomado del texto de las
Etimologías
(BAC, 2009), libro XIII (
Del mundo y sus partes
),
punto 12 (
De las aguas
):
"Hay dos elementos fundamentalísimos para la vida
humana: el fuego y el agua. Por eso se castiga
duramente a quienes se les niega
el fuego y el agua. El elemento
acuático supera a todos los
demás: las aguas atemperan el
cielo, fecundan la tierra, se
incorporan al aire cuando se
evaporan, ascienden a las
alturas y toman posesión del
cielo. ¿Qué hay más maravilloso
que las aguas que ocupan el
cielo? Pero no es lo más
admirable que se remonten a
las alturas; es que, además, se
llevan consigo bancos de
peces; esparcidas por la tierra,
son causa de cuanto nace: dan
vida a las cosechas, propagan
los árboles, los frutales y las
hierbas, lavan las manchas,
limpian los pecados,
proporcionan bebida a todos
los seres animados".
Para concluir, tal vez, es
oportuna la célebre sentencia
de uno de los grandes
escritores y científicos de los
tiempos modernos, Goethe:
¡Alma humana, cómo te
asemejas al agua!
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Isidoro de Sevilla presentando su obra
a su hermana Florentina. Manuscrito de la
Biblioteca Nacional de Francia,
hacia el año 800.
Obra de José Perez Perez,
"Peresejo" (1887-1978), realizada en
1957, para la Delegación de
Hacienda de Sevilla.
