Revista Farmacéuticos - Nº 119 - Octubre-Diciembre 2014 - page 31

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A
spiramos a ser felices sin llegar a saber
exactamente en qué consiste eso que
buscamos con tanto anhelo. Es una
tendencia que consideramos
natural
, que
no necesita ser aprendida teóricamente,
algo que está grabado en nuestros genes con el
cincel de la evolución humana y que es modulado
por la educación-socialización. Lo que sí sabemos es
que para humanizarnos necesitamos a otros seres
humanos, por lo que
nuestra felicidad individual debe
ser compatible, compartible y cooperativa
, como nos
recuerda José Antonio Marina; al fin y al cabo,
las
piedras coexisten, las personas convivimos
1
.
Ningún proyecto de felicidad puede ser
exclusivamente privado; hasta el onanista y el
masoquista requieren la imagen o el recuerdo de los
otros
. Quizá sea ese el problema fundamental de las
visiones más reduccionistas de la biología evolutiva:
parten de un prejuicio científicamente inadmisible,
como es que los elementos independientes sepan
que, una vez asociados con otros, el trabajo va a ser
dividido y, lo que es aún peor, que van a superar
conflictos que, si no estuviesen unidos, no llegarían a
tener. Esta falaz forma de explicar la solidaridad, el
altruismo y otros comportamientos propios de la
vida compartida oculta el fenómeno de la
emergencia de la complejidad y es, cuando menos,
una tramposa explicación a
posteriori
.Atribuir a una
célula aislada inteligencia para valorar las ventajas de
su unión con otra u otras para redistribuir el trabajo
y
prevenir los conflictos
(que antes no podían tener)
es una pésima argumentación lógica y
científica.
En cualquier caso,
aunque es posible
aprender a valorar
nuestra felicidad y a
compartirla, nadie
nos ha enseñado por qué
tenemos que ser felices, ni tan siquiera
qué es la felicidad. Podemos empezar
considerando que la felicidad es tanto un estado
al que se aspira como al que se accede: somos
felices aspirando a ser felices. El recorrido es tan
importante como la meta; quizá más, porque la meta
está en movimiento, justo por delante de nosotros.
En cierto sentido, somos como el burro que
saborea de antemano la zanahoria que nunca llegará
a alcanzar; pero nadie que no persiga la felicidad será
feliz, nadie que se considere feliz dejará de seguir
persiguiendo la felicidad.
Cuando la felicidad
sobreviene, nos visita en silencio sin haberla convocado
de manera expresa; preguntaos si sois felices y cesaréis
de serlo
, nos dice Juan Antonio Ribero
2
.
Pero, ¿qué es la felicidad? Permítame que
convoque aWittgenstein para poner algo de orden
en esta cuestión; ya sabe que lo que decía:
nuestro
entendimiento se enreda cuando usamos mal una
palabra en una situación en la que no se puede aplicar y
la tarea de la filosofía es un esforzado desenredar estos
nudos, por eso es la filosofía tan compleja
3
.Así pues, le
propongo una definición preliminar de felicidad, para
que nos sirva de punto de arranque sobre el que
discutir.
La felicidad es, en primera instancia, una
disposición general del ánimo, una actitud ante la
realidad –cumple plenamente la definición de
sentimiento inteligente, en tanto que adecuación a la
realidad– que actúa como amplificador del resto de
sentimientos positivos, de aquellos que nos hacen
crecer como personas; es un estado que nos
permite experimentar algunos momentos
especialmente intensos, a veces a partir de detalles
que podrían resultar nimios para otra persona, pero
que en nuestro contexto personal adquieren un
valor extraordinario. La felicidad está en el presente,
pero también en el pasado, en el
recuerdo, y en el futuro,
anticipando nuestro
ánimo a la circunstancia
que deseamos; la
duración del
momento no es lo
importante, sino la
intensidad de los
momentos álgidos y el estado
general resultante. La felicidad no
sabe de treguas: se es feliz o no, no
a ratos ni a medias. No es aplazable, es
enemiga de la indiferencia y del vacío
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SANTIAGO CUÉLLAR
Pliegos de Rebotica
´2014
LA REALIDAD BAJO LA ALFOMBRA
La felicidad
1 José Antonio Marina.
Aprender a convivir.
2 Juan Antonio Ribero.
Lo que Sócrates diría a Woody Allen.
3 Ludwig Wittgenstein.
Investigaciones filosóficas.
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