Revista Farmacéuticos - Nº 119 - Octubre-Diciembre 2014 - page 23

situación social tiene lugar
en Madrid y todos los
manifestantes van calzados
con alpargatas, porque no
pueden tener otra cosa. El
acto pasará a la historia
como la
manifestación de la
alpargata
. Se crea un nuevo
ministerio, el de Trabajo, que
viene a centralizar los muchos
problemas sociales en que se debate
el país.
Doña Isabel Múgica, residente en la madrileña
calle Toledo, enferma a consecuencia de un
enfriamiento y tiene molestias estomacales. Su
esposo José Calzada avisa al médico de familia
quien tras visitar a la enferma receta una
fórmula compuesta por:
Fosfato cálcico
60 centigramos
Glicerofosfato de sosa 120 centigramos
Bicarbonato sódico 600 centigramos
Dividido en 12 papelillos iguales
Con la receta se dirigen a la farmacia instalada en
los bajos del mismo edificio, la popular farmacia de
la Paloma. Pocas horas después ya están los
papelillos en poder de la enferma. Es ese 29 de
abril de 1920 cuando Doña Isabel toma el
contenido del primer papelillo. Siguiendo la
prescripción del médico, al día siguiente 30 de abril
a la hora de la comida toma dos papelillos, otro el
1 de mayo y al tomar el contenido del quinto
papelillo a la hora de la cena de dicho día, se sintió
repentinamente enferma después de comentar que
el polvo que añadió al agua de la copa, no sabía
igual que los anteriores. Pocos minutos después
presentaba claros signos de envenenamiento.
Llamaron al médico, doctor Sáiz, coincidiendo su
entrada en la casa con la de un vecino, droguero
de profesión, que cogió el papelillo y bajó a la
farmacia porque le pareció que escrito en el papel
aparecía la palabra, algo borrosa,
resorcina
. El
dependiente aclaró que allí estaba escrita la
palabra
heroína
y manifestó no entender lo que
había pasado. El vecino sube de nuevo a la vivienda
de Doña Isabel y le reclaman el papelillo que con
la ofuscación dejó en la farmacia. Cuando baja, la
farmacia está cerrada y quedan los de la casa en
reclamarla al día siguiente.
Esa madrugada del 2 de mayo falleció la
enferma. Intentaron salvarla aplicándola una
inyección de aceite alcanforado, cafeína y suero
fisiológico, pero todo fue inútil.
Cuando en medio del dolor por la pérdida del
ser querido, el marido bajó a la farmacia para
reclamar el papelillo, éste había desaparecido.
A todo esto, el propietario de la farmacia, Don
José Serra y Roca, llevaba varios días cazando, su
distracción favorita, ajeno a lo que ocurría en su
establecimiento.
Se llevaron para prestar declaración al
encargado de la farmacia, Gervasio Pérez Romo
que fue quien perdió el papel con el nombre
escrito de
heroína
, a Emilio Francisco Salas que
fue quien preparó los papelillos. Pero tuvieron
que esperar a que el farmacéutico José Serra
volviera de sus jornadas de caza. Cuando le
interrogaron manifestó que ni elaboró ni
inspeccionó el medicamento como se prescribe
en el artículo 8 de las Ordenanzas de Farmacia,
sencillamente porque no estaba presente.
Ahí es cuando saltó el escándalo. Un
farmacéutico que no está nunca en su farmacia,
que nombró encargado de la misma a un amigo
suyo de Barcelona, Gervasio, sin ningún
conocimiento de Farmacia y para colmo,
preparó los papelillos el mancebo.
Se nombra abogado defensor a Gerardo Doval.
El juicio levantó una gran expectación y más
teniendo en cuenta que se celebró cuatro años
más tarde, en 1924, en plena dictadura del
general Miguel Primo de Rivera.
Nadie recuerda ya el caso del boticario de la
farmacia de la Paloma y los clientes van poco a
poco devolviendo su confianza. Pero por poco
tiempo.
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Pliegos de Rebotica
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