Revista Farmacéuticos - Nº 118 - Julio/Septiembre 2014 - page 26

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ay temas que me duele escribirlos,
porque no solo son tristes, sino que nos
enseñan muchas cosas y ninguna
agradable. Estamos obligados a parar
situaciones de acoso al menor que
proliferan en algunos colegios o institutos, como
vemos con frecuencia en los telediarios.Videos de
maltrato de un compañero al otro mientras un
tercero toma película en su móvil, otro jalea la paliza
y un tercero lo cuelga en la web o en las redes
sociales. Hablando con algunas personas me decían,
¿pero eso existe?, teniendo la suerte, que siendo
maestras en colegios no habían tenido o sufrido
ningún caso.
Por el contrario, me contaban otros profesores, que
era difícil trabajar con determinados alumnos, que
hacían caso omiso a las indicaciones para aprender la
asignatura, y que encima de estos comportamientos si
se les llamaba la atención o se les castigaba, al día
siguiente recibían amenazas o presiones de los
padres.
Y así, desde hace años empezaron las bajas por
depresión de algunos maestros, y nadie ponía freno
–o se reconocía su esfuerzo– por parte de aquellos
que eran directamente responsables.
Y en ese ambiente tan asumido poco a poco, como
natural, se toma la costumbre de que si no hay
respaldo, mejor se “mira para otro lado”.Y al haber
libertinaje –desenfreno en las obras o en las
palabras–, que no libertad por parte de algunos
menores, la discordia, la falta de respeto, la “crueldad”,
la violencia en la palabra y en la obra, la prepotencia,
han actuado como bacterias que se multiplican en el
caldo de cultivo de ese libertinaje.
Esta vez, puedo decir que he sido protagonista de una
situación para mí absolutamente nueva: una menor
me pide ayuda, y también amparo. ¿Y sabéis por qué?
Simplemente, porque un compañero de clase, la
humilla con provocaciones continuas, que hasta ahora
había ido sorteando procurando no hacer caso e
ignorarlas.
Conozco a una niña, que encontró una vida difícil,
desde antes de nacer. Conozco a su familia, que como
muchas en este país, han pasado vicisitudes, y han
realizado grandes esfuerzos para sobrevivir. Hijas que
se han visto privadas de la presencia de su madre,
–durante noches, días de fiesta y vacaciones–, por
tener que cuidar a personas mayores y sus jornadas
de trabajo, no eran compatibles con el día a día de
sus hijas, lo que de alguna forma suponía una
separación de ellas, simplemente por eso, por
cuestiones de trabajo.Así durante años.
Esta niña “superación” como yo la llamo, en mi
interior, a pesar de la situación, ha ido paso a paso
adquiriendo cariño, educación y principios, en el seno
de una familia humilde, pero rica en afectos. La dureza
que aprendió de la vida, la ha compensado con una
madurez y una personalidad que es digna de
admiración, al tiempo que un carácter recio basado
en el esfuerzo. Esta característica despierta envidias
en los ignorantes y vagos que siempre existen y
siempre nos rodean.Y estos vagos, se permiten el lujo
de perder el tiempo proyectando sus complejos en
las personas que les superan. Las vivencias que he
compartido con la familia citada serian largas de
reflejar en unas cuartillas, solo puedo asegurar que
me he preocupado y ocupado de sus problemas hasta
donde me ha sido posible, y estoy en situación de
afirmar que en los colegios que estuvo esta niña, fue
un ejemplo como buena estudiante y en su
comportamiento.
Por eso, cuando un día, me dice, que las humillaciones
continuas que está sufriendo han rebasado el límite
de su paciencia, y verbaliza la última amenaza recibida:
“a ésta, hay que quemarla viva”
,
“pínchala”
,
siento vergüenza ajena de los hechos, del
comportamiento de unos adolescentes que a buen
seguro serán el futuro de este país.Y tal vez hasta
lleguen a desempeñar puestos de responsabilidad. Es
para que se nos ponga a todos la “piel de gallina”, y
pronunciar ¡qué país!...
Pero, ¿de dónde viene esa violencia?, ¿Qué ven en sus
casas? ¿Quién tiene la culpa?: ¿las horas de televisión?,
¿las amistades no controladas por sus padres,¿ las
comunicaciones en redes sociales con tintes de
toxicidad? ¿Los profesores por no parar la violencia?
El asunto es serio, no es cuestión de ser más
ricos o más pobres, es cuestión de principios, de
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Aurora Sánchez Sousa
Pliegos de Rebotica
´2014
La violencia…
en menores
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