Revista Farmacéuticos - Nº 118 - Julio/Septiembre 2014 - page 23

E
Carlos del Castillo y Benito del Castillo
Antonio Luna y Novicio
un farmacéutico singular
E
n los últimos años de presencia
española en Asia surgió uno de los
farmacéuticos más desconocidos en
España y que en su país es
considerado héroe nacional, pero
donde casi nadie conoce su profesión; nos
referimos al general Luna.
Nació en Manila, en 1868 un 29 de octubre,
en la calle Urbiztondo. Antonio fue el hijo
menor de Joaquín Luna y Laureana Novicio.
Todos sus hijos destacaron en su tierra y
algunos también aquí: Manuel, violinista; Juan,
reconocido pintor; José, médico; Joaquín,
gobernador y luego diputado, tras el periodo
español.
Antonio cursó bachillerato, con excelentes
calificaciones, con los Jesuitas en la capital del
archipiélago.Ya de niño le
gustaba la literatura, escribiendo
“Las estrellas de mi cielo”.
Luego, en la Universidad
durante un Certamen
Científico-Literario, ganó un
premio con su trabajo “Dos
cuerpos importantes de la
química”, el 4 de marzo de
1885. Si pensamos que aquel
estudiante de apenas 15 años,
cursando el preparatorio de la
carrera de Farmacia, obtenía
este galardón, nos resulta obvio,
que nos encontramos ante un
individuo muy especial.
Comenzó la carrera de en la Facultad de
Farmacia de la Universidad de San Marcos de
Manila, donde estudió los dos primeros años.
Llamado desde España por su hermano Juan,
que estaba triunfando en las Bellas Artes, viajó a
Barcelona, acabando en la ciudad condal la
carrera.
En esos años finales del siglo XIX, los barcos
de vapor procedentes de Filipinas venían por el
Canal de Suez, y el último puerto en que
recalaban, después de una larga travesía, era
Barcelona. En aquel entonces, las clases eran
impartidas por los profesores universitarios en
español, idioma oficial del reino.
Atraído por el ambiente de la capital, y
porque los estudios de doctorado solo se
cursaban en la Universidad Central, se trasladó
a Madrid defendiendo su tesis doctoral, dos
años después, en 1890.
Don Antonio era un hombre muy culto,
ávido lector, buen músico,… en definitiva, un
intelectual joven y liberal. Así pues, no es de
extrañar que pasara largas horas en la nutrida
biblioteca del Ateneo Científico, Artístico y
Literario de la calle del Prado de Madrid.
Allí se empapó de nuevas ideas; en el
periódico filipino La Solidaridad, publicó una
serie de artículos titulados “Filipinas dentro de
cien años”, que luego en 1891, se editaron
conjuntamente como
“Impresiones”. Utilizaba
frecuentemente el pseudónimo
“Taga-ilog”. En sus escritos
siempre destiló un innegable
cariño por Madrid y sus
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Pliegos de Rebotica
´2014
Casa de la Familia Luna
Antonio Luna científico moderno Masonería
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