Revista Farmacéuticos - Nº 113 - Abril/Junio 2013 - page 10

A
Diego le gustaba pasear por el barrio al
empezar la mañana, cuando aún parecía subsistir
algo del silencio y la calma de la noche. Quizá antes
había pasado varias horas de vigilia frente al
ordenador, y era precisamente esa quietud nocturna
filtrándose a través del ventanal la mayor garantía
de eficacia en su trabajo de traductor. Leyó en la
pantalla:
La mano de Yuri Petrov apresó la culata
de su Magnum 357 provocándole un sentimiento
indefinido.
Encendió un cigarrillo. Al traducirla, la
frase aparecía lógica, como el resto del párrafo, todo
él bastante fácil de entender.
La presencia de una muchacha que a menudo salía a
peinarse en el balcón de enfrente, apenas a unos
metros de él, le tentó para aparcar su labor y bajar a
tomar el aire. Sus ojos, analíticos, volvieron al
renglón:
…un sentimiento indefinido
. La estufa de
gas bisbiseaba junto a la mesa auxiliar con los
diccionarios. Evocó la personalidad de un asesino
en serie como era el tal Yuri, un criminal feroz e
inmisericorde al que su creador le endosaba novela
tras novela un rosario de maltratos y torturas sobre
los desgraciados que caían en sus manos. Un tiro
final entre las cejas, bajo el gesto convulso de la
víctima, era su sello personal. Para Diego, y según
el texto ya revisado, utilizar
el adjetivo «indefinido»
respecto del sentimiento tenía
que ver con cierta zozobra,
fruto de un cercano lance
amoroso de Yuri que habría
agrietado su consistente
audacia.
Desde que la editorial le
encargó la traducción de la
primera novela de la saga,
Diego había sentido una
simpatía espontánea hacia el
sanguinario protagonista.
Para su sorpresa, en esta
nueva entrega, el autor,
Misha Vasiliev, un hábil
artesano de la novela negra
metido en el beligerante ambiente
universitario moscovita, trataba de que su
personaje adquiriera novedosos
tintes de una laxa humanidad. Tal
como lo presentó Vasiliev en sus
inicios, Yuri era un trasunto de James
Bond trasplantado a los círculos
mafiosos de la Rusia contemporánea.
Un albino de amplia cultura y
maneras elegantes. Cercano a la
cuarentena, poseía una admirable
preparación física, y lo mismo
controlaba los mandos de un
deportivo vertiginoso que se
arrastraba por las cloacas hasta el
lugar donde, ajeno a su final,
esperaba su próxima presa. De mirada
paralizante y sin el menor atisbo del
sentido de la piedad, le divertía
torturarlas con el machete para escucharles
gemir y gritar antes de resolverlas con el disparo
de gracia. Y, como no podía ser de otra manera,
sexualmente promiscuo hasta la impudicia.
Tanta conmiseración en esta novela con un tipo de
su calaña le sonaba a Diego a vergonzosa sumisión
del autor hacia el mercado europeo, un mercado ya
ahíto de sangre en los telediarios. Miró de nuevo
hacia la fachada del otro lado de la calle. La joven
había terminado de peinarse y observaba el trasiego
de peatones mientras dividía la melena con dedos
ágiles e iba trenzándola para sujetarla con cintas de
colores. Apagó el cigarrillo en el cenicero
atiborrado de colillas. La imagen de la vecina
desafiando el frío de una mañana gris le quitó del
todo las ganas de seguir trabajando y decidió ir a
dar una vuelta.
Diego vivía de traducir libros escritos en ruso, un
idioma que había aprendido cuando todavía
trabajaba en una entidad bancaria. Una
predisposición innata le ayudó a adquirir muy
pronto soltura con la expresión oral y escrita. Su
aplicación en trabajos minuciosos y de calidad
contribuyó a que no le faltaran encargos. Superada
de largo la treintena, pudo dejar su oscuro empleo
en el banco y cumplir el sueño de emanciparse,
mudándose a un piso de un barrio popular
adquirido a costa de una longeva hipoteca. Para
entonces se le presentó la oportunidad de ser
premios
AEFLA
2012
El genio
anónimo
Rafael Borrás Aviñó
P
de Rebotica
LIEGOS
10
1,2,3,4,5,6,7,8,9 11,12,13,14,15,16,17,18,19,20,...52
Powered by FlippingBook