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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
del tipo de lesión que lo origina y, en la mayo-
ría de las ocasiones, de la gravedad del proceso.
Asimismo, si el dolor es permanente, incluso en
reposo, o si sólo aparecen tras realizar determi-
nados movimientos, es un indicativo a tener en
cuenta. En general, deberá remitirse al médico a
cualquier paciente que presente dolores persis-
tentes durante más de un día, que no hayan re-
mitido de forma sustancial tras la administración
de un analgésico convencional (ácido acetilsali-
cílico, paracetamol o ibuprofeno, por ejemplo).
En cuanto al origen del dolor, se debe valorar
si está delimitado a una zona orgánica o a una
determinada extremidad, y si de forma evidente
existe una causa que justifique tal dolor. Cual-
quier cuadro doloroso que no esté relacionado
directamente con la realización de movimientos
bruscos, esfuerzos musculares, o contusiones
provocadas por pequeños accidentes deportivos,
domésticos o callejeros, deberá ser evaluado di-
rectamente por un médico.
Aunque el dolor es, por definición, un síntoma
subjetivo cuya intensidad está fuertemente mar-
cada por la propia personalidad del paciente,
existe un conjunto de signos algo más objetivos
que puede ayudar a valorar externamente la in-
tensidad del cuadro. Quizá el aspecto más de-
terminante consiste en determinar en qué me-
dida es discapacitante para el paciente, lo que
se percibe a través de las actividades cotidianas
que éste deja de hacer como consecuencia del
dolor. Es obvio que un grado importante de dis-
capacidad funcional implica la necesidad de un
diagnóstico médico en profundidad.
De igual manera, debe valorarse la propor-
ción existente entre la causa aparente del dolor
(golpes, etc.) y la intensidad del mismo. Normal-
mente, cuando existe una gran desproporción
entre el origen y la sensación dolorosa (dolor
muy intenso o que irradia a varios órganos o
zonas corporarales, frente a pequeñas contusio-
nes o movimientos poco pronunciados), es que
existe alguna patología de base que acrecienta
de forma anómala tal sensación dolorosa. Ello
requiere, inexcusablemente, un adecuado diag-
nóstico médico.
Otro aspecto muy importante a valorar por
el farmacéutico es la presencia de otros signos
y síntomas aparentemente asociados al cuadro
doloroso. Entre ellos, la presencia de inflamación
es quizá el más común, puesto que la mayoría
de los dolores agudos de origen osteomuscular o
articular, están asociados a reacciones inflamato-
rias más o menos intensas. También el grado de
inmovilidad articular, cuando la zona afectada en
una articulación aislada, constituye un elemento
a considerar.
Por estos motivos, la presencia de cuadros in-
flamatorios amplios o que produzcan algún tipo
de inmovilidad articular marcada deberán ser
evaluados por un médico. De igual manera, tam-
bién se requiere un diagnóstico médico preciso
en el caso de que exista un cuadro hemorrágico
abierto o un hematoma extenso, que harían sos-
pechar la existencia de complicaciones vasculares
eventualmente importantes.
La existencia de algunas patologías crónicas en
el paciente afectado por un dolor osteomuscular
agudo puede confundir la adecuada valoración
de este último por el farmacéutico. En este sen-
tido, la existencia previa de enfermedades osteo-
musculares degenerativas o reumáticas (artritis,
artrosis, osteoporosis, etc) debe ser valorado y
excluirse por completo como origen del cuadro
doloroso agudo. Si el origen no es claro, la re-
comendación evidente es la remisión al médico.
Igualmente, si el cuadro doloroso se relaciona
con una lesión deportiva en un paciente que ya
ha experimentado esa misma lesión con anterio-
ridad, se hace recomendable la visita al traumató-
logo, para una revisión en profundidad.
En general, la recomendación de tratamiento,
salvadas las comentadas excepciones, mediante
el empleo de medicamentos no sujetos a pres-
cripción médica, suele decantarse hacia el em-
pleo en primera instancia de AINE por vía oral,
para reducir el dolor agudo. Para amortiguar el
dolor residual y, eventualmente, la inflamación,
puede echarse mano de los preparados tópicos.
Generalmente, se prefiere a los AINE tópicos para
aquellos procesos donde el dolor esté claramente
asociado a un cuadro inflamatorio relacionado
con contusiones, bursitis, etc. Esta opción puede
ser especialmente interesante como primer tra-
tamiento, cuando la administración sistémica de
AINEs esté contraindicada por la presencia de
alguna patología (úlcera gastroduodenal, asma,
etc) o por el riesgo de interacciones con otros
tratamientos actualmente en curso.
Los medicamentos contrairritantes están indi-
cados en los dolores que no estén asociados a
cuadros inflamatorios evidentes. Por este motivo,
se recomienda su uso preferentemente en con-
tracturas musculares, mialgias y lumbalgias.