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Panorama Actual del Medicamento
REVISIÓN
menor grado y consisten tanto en la dificultad para
aprender nueva información como para recordar lo
ya aprendido.
Forma clásica
Asocia hallazgos típicos de neurona motora cor-
tical y medular; suele iniciarse en extremidades su-
periores y progresar en poco tiempo hacia el resto
de la musculatura, incluida la bulbar. Supone aproxi-
madamente las dos terceras partes de los diagnós-
ticos de ELA.
Esclerosis lateral primaria
Supone un síndrome específico del deterioro de
la neurona motora cortical (superior) y de sus vías
córticoespinal y bulbar. Por consiguiente, su evolu-
ción es algo más benigna que el resto de las formas
clínicas de ELA; de hecho, la supervivencia de los
afectados suele ser superior a los 5 años.
Amiotrofia espinal progresiva
También denominada
atrofia muscular primaria
,
se manifiesta por signos de neurona motora inferior,
mientras que los signos y síntomas relacionados con
la afectación de la neurona motora superior están
ausentes. También la progresión suele ser más lenta
que la forma clásica.
Parálisis bulbar progresiva
Se manifiesta de entrada por un síndrome bulbar
(disartria, disfonía, disfagia), con signos de neurona
motora inferior bulbar (atrofia de la lengua y fas-
ciculaciones linguales) acompañados de labilidad
emocional y signos de liberación de la vía córticoes-
pinal a nivel de extremidades (hiperreflexia, espas-
ticidad). Sea cual sea la forma de inicio de la en-
fermedad, alrededor del 80% de los pacientes con
ELA acabarán desarrollando signos y síntomas de
afectación bulbar, principalmente disfagia, disartria
y alteraciones de la tos.
En la
disfagia
– alteración del transporte de
alimentos o líquidos desde la boca hasta el estó-
mago – puede producirse una falta de eficacia
del proceso deglutivo, que puede desembocar en
desnutrición y deshidratación, y una falta de se-
guridad, que implica el riesgo de aspiración pul-
monar, infección respiratoria, neumonía y asfixia.
Además, cuando el paciente no tiene reflejo tusí-
geno, puede sufrir una disfagia silente y con riesgo
de infección respiratoria; por otra parte, la dificul-
tad para toser y aclarar la garganta eficazmente de
forma voluntaria limita las posibilidades de despe-
jar los residuos de la faringe. En las personas con
ELA de inicio bulbar la disfunción lingual es uno
de los síntomas iniciales, con dificultad para mas-
ticar, impulsar el bolo alimenticio y controlar los
líquidos. Por el contrario, los pacientes con ELA de
predominio córticoespinal no suelen experimentar
cambios en la deglución hasta años después del
diagnóstico. Los principales signos de disfagia son
episodios de atragantamiento, cambios de la voz
después de deglutir, fatiga durante las comidas, in-
fecciones respiratorias repetidas y pérdida de peso.
Por lo que respecta a las alteraciones que afectan
al habla, consisten en una reducción de la función
respiratoria, que causa
hipofonía
y emisión entrecor-
tada, y
disartria
de tipo mixto, con imprecisión para
articular las palabras y alteraciones del timbre de la
voz, así como enlentecimiento del habla. Finalmente,
la afectación bulbar impide el cierre firme de la glotis
durante la fase compresiva y altera la estabilidad de la
vía aérea extratorácica durante la tos. Este problema
llega a
impedir una tos espontánea efectiva
.
Etiopatogenia
Como se ha indicado, la ELA afecta a las neu-
ronas motoras localizadas en el asta ventral de la
médula espinal, los núcleos motores del tronco
encefálico y las neuronas motoras superiores de la
corteza cerebral. El proceso degenerativo afecta a
las motoneuronas, pero deja indemnes a las res-
tantes poblaciones neuronales, conservándose de
forma funcional el sistema sensorial, los mecanis-
mos reguladores de control y de coordinación de los
movimientos, y las funciones intelectuales (aunque
algunos pacientes pueden experimentar alteracio-
nes neuropsiquiátricas, más ligadas a las limitaciones
funcionales impuestas por la ELA que por la propia
etiología de ésta). Las neuronas motoras relaciona-
das con los movimientos oculares y los músculos de
los esfínteres tampoco suelen estar alteradas.
Todavía hoy carecemos de un modelo concreto
que justifique la muerte selectiva de las neuronas
motoras en la ELA, aunque se ha observado la pre-
sencia de inclusiones intraneurales inmunorreactivas
de
ubiquitina
en las neuronas motoras superiores y
de
TDP-43
(
TAR DNA-binding protein 43
) en las neu-
ronas motoras inferiores. No obstante, aún está sin