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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
coz de los mastocitos y la fase de reclutamiento,
la mucosa de la conjuntiva es infiltrada por eosi-
nófilos, netrófilos, basófilos y linfocitos T. El
mantenimiento de los síntomas y el desarrollo de
la fase tardía de la reacción inflamatoria son el
resultado de la liberación de varios medidadores
procedentes de esas células. En la enfermedad
alérgica ocular, los efectos más tardíos son res-
ponsables del daño corneal.
Tratamiento
Aunque lo más importante para tratar los cua-
dros de conjuntivitis alérgica es evitar los agen-
tes que desencadenan la respuesta (alergenos),
esto no es posible hacerlo de forma completa
en la mayoría de los casos. No obstante es fac-
tible puede reducir la frecuencia y la intensidad
de los síntomas realizando una serie de acciones
senci­llas, como mantener las puertas y ventanas
de las casas cerradas, uso de aparatos de aire
acondicionado (reducen los niveles de polen en
el interior de los edificios), o evitar el contacto
con animales de compañía, evitar el tabaquismo
(activo o pasivo), que puede agravar la rinitis.
La
administración de antihistamínicos (H
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) por
vía oral suele proporcionar buenos resultados en
la resolución de los cuadros de conjuntivitis alér-
gica. Aplicados de forma tópica oftálmica tam-
bién producen buenos resultados, en especial en
lo que se refiere al control del picor y del enro-
jecimiento conjuntival, síntomas cardinales de la
conjuntivitis alérgica. Emedastina y levocabastina
son notablemente más potentes que feniramina
y antazolina, pero la potencia antihistamínica
por sí misma no predice su potencial resolutivo
en los cuadros de conjuntivitis alérgica. La epi-
nastina está estrechamente relacionada con la
azelastina y, especialmente, con la emedastina
Al margen de los antihistamínicos o, a veces,
asociados a ellos, también se emplean agentes
vasoconstrictores de tipo adrenérgico, para re-
ducir la congestión conjuntival.
Por su parte, el empleo de agentes antialérgicos
de tipo no antihistamínico, como cromoglicato y
nedocromilo, tienen un cierto papel terapéutico
en la conjuntivitis alérgica debido a su actividad
estabilizadora de los mastocitos, aunque ese papel
es meramente preventivo, por lo que no tienen
utilidad para reducir rápidamente los síntomas.
Asimismo, el empleo ocasional de colirios vaso-
constrictores (agentes adrenérgicos) también per-
mite reducir la hiperemia, aunque debe evitarse
su empleo prolongado y, especialmente, su uso
continuo. El motivo es el riesgo de midriasis y de
efectos adversos sistémicos (taquicardia, etc.); por
otro lado, estos fármacos suelen inducir tolerancia
farmacológica y frecuentemente requieren incre-
mentar su dosificación para mantener el efecto
descongestivo conjuntival.
Valoración por el farmacéutico
Las personas que acuden a una oficina de far-
macia solicitando algún producto para la conjun-
tivitis o para el ojo rojo deben ser valoradas por
el farmacéutico, considerando un conjunto de
síntomas básicos que el enfermo oftalmológico
suele referir. Los más importantes son
––
Alteraciones de la visión.
- Disminución
de la agudeza visual o alteración en la per-
cepción de los colores.
––
Dolor ocular
.- Es importantísimo diferen-
ciar correctamente el dolor ocular real de
otros síntomas tales como picor, escozor,
ardor, sensación de cuerpo extraño, etc. El
dolor ocular “real” suele ser un síntoma de
enfermedad grave.
––
Secreciones anormales.
- Tanto en canti-
dad, bien por exceso o por defecto (lagri-
meo, sequedad ocular), como en calidad
(mucosa, purulenta, etc.).
Como norma general el paciente debe ser
visto por un oftalmólogo ante cualquier mani-
festación de alteración de la visión, fotofobia
intensa o dolor ocular verdadero, así como de
alteraciones pupilares (miosis o midriasis) y de la
transparencia corneal.
El ojo rojo es un cuadro muy frecuente en
patología oftalmológica, pero no siempre im-
plica la existencia de conjuntivitis. La inyección
conjuntival suele traducir cuadros autolimitados,
mientras que la inyección ciliar, periquerática,
etc., sugiere cuadros más graves. En cualquier
caso, todo ojo rojo debe ser reevaluado en 24-48
horas. Si en 48 horas no se objetiva ninguna me-
joría tras la instauración de tratamiento, es nece-
sario enviar el paciente a la consulta del oftalmó-
logo, ante la sospecha de alguna patología más
grave: glaucoma agudo, queratitis, etc.
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