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Panorama Actual del Medicamento
ASESORAMIENTO FARMACÉUTICO
85% del contenido proteico. La queratina es
una proteína filamentosa de la que se distin-
guen 19 tipos que se agrupan en dos subfami-
lias: las queratinas básicas (tipo I) y las ácidas
(tipo II). El tipo de queratina depende del te-
jido, de modo que es distinta la queratina de
una epidermis hiperproliferativa como la de las
plantas de los pies a la del epitelio corneal.
Los principales factores desencadenantes de
la aparición de helomas son:
1. El calzado estrecho y/o corto.
2. Las alteraciones estructurales y biomecáni-
cas de los pies, es decir, alteraciones en la
marcha que producen en los pies reparto
de presiones y fuerzas anómalas.
3. La artrosis y deformidades de los huesos
(exostosis) que originan zonas que, por su
especial morfología, están más expuestas a
la fricción; éste es el caso de los dedos en
garra o martillo o los juanetes.
4. El sobrepeso.
Tratamiento
Como en cualquier otra patología, el primer
objetivo del tratamiento de los callos y clavos
consiste en eliminar o reducir en lo posible las
causas que los originan. Para ello, es recomen-
dable la utilización de calzado cómodo y elás-
tico, junto con calcetines que no sean irritan-
tes químicos (son preferibles los de algodón),
así como modificar los hábitos incorrectos que
inducen a la reacción hiperqueratósica, tal
como mejorar la forma de caminar, modificar
la postura o la forma en que se emplea un
instrumento, etc. Debe intentarse eliminar o,
al menos, reducir la presión sobre la superficie
de la piel afectada o, si ello no es posible, re-
distribuirla entre un área más grande, con lo
que la presión por unidad de superficie dismi-
nuye y, con ello, el efecto estimulante sobre la
capa germinal de la epidermis.
En sujetos que tienen alteraciones estruc-
turales que provocan la aparición de zonas
de rozamiento, puede ser conveniente la uti-
lización de las almohadillas, anillos, parches o
vendajes protectores de gomaespuma, arcos,
placas o barras metatarsianas. Cuando la fric-
ción es consecuencia de un problema biome-
cánico suele ser más adecuada la utilización
de ortesis funcionales que ayudan a cambiar el
reparto de fuerzas y presiones del pie. En los
pacientes reumáticos o diabéticos estas me-
didas pueden ser insuficientes, en cuyo caso
habrá que recurrir a calzado especialmente
adaptado al sujeto.
Una vez instauradas las lesiones, el trata-
miento consistirá en la eliminación del tejido
hiperqueratósico mediante el frotamiento, in-
mediatamente después del baño, con piedra
pómez. Para las lesiones de los pies resulta
fundamental llevar zapatos firmes pero no
duros que ajusten bien, así como almohadi-
llas o anillos de forma y tamaño que estén en
función de la extensión y localización del área
afectada. También son útiles los parches y ven-
dajes protectores de goma espuma, usándose
en ocasiones arcos, placas o barras metatar-
sianas que permiten redistribuir las presiones.
Las planchas de silicona recortable son hipoa-
lergénicas y amortiguan los roces y presiones
sobre el pie, pero no deben aplicarse en zonas
con exudación ó infectadas.
Debe disuadirse a los pacientes de que ellos
mismos se recorten los callos, aconsejándo-
les que acudan al podólogo, especialmente si
son ancianos, ya que las dificultades de mo-
vimiento y las limitaciones visuales favorecen
el recorte excesivo o inadecuado. No hay que
olvidar que el heloma es una defensa ante una
agresión y su eliminación radical puede dar
lugar a una lesión más grave y, además, si las
medidas higiénicas no son suficientes, pueden
aparecer infecciones clínicamente relevantes.
Los agentes queratolíticos, como su nombre
indica, producen una desnaturalización de la
queratina con la consiguiente destrucción del
tejido queratinizado. Una de las aplicaciones
de los agentes
queratolíticos
cuando se usan
– obviamente, en forma tópica – en elevadas
concentraciones es la destrucción de los callos
o helomas, denominándose también por ello
callicidas
.
El queratolítico tópico más utilizado y, se-
guramente, más útil es el
ácido salicílico
, que
se emplea en concentraciones que van desde
un 8% hasta un 60%, según la forma farma-
céutica y los excipientes empleados (solución,
ungüento, parches, apósitos, etc.). Frecuen-
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