Revista Farmacéuticos - Nº 138 - julio/septiembre 2019 - page 14

U
U
n momento trascendental
en la Historia del Mundo
moderno fue la
proclamación en Londres, el
3 de septiembre de 1939,
del estado de guerra entre la Gran
Bretaña y Alemania. Nueve meses más
tarde, se producía una fecha dolorosa
para Francia: el 14 de junio de 1940, la
bandera del Tercer Reich ondeaba en los
principales edificios de París. Francia
quedaba dividida en dos zonas: una,
ocupada por Alemania y otra, más o menos
libre
, pero
condicionada por las circunstancias, bajo el Gobierno del
Mariscal Petain, –el heroico defensor deVerdun de la Gran
Guerra– fijaba la capital francesa enVichy, estación termal,
cuyos numerosos hoteles ofrecieron refugio a los
ministerios.
De un modo general, puede decirse que la opinión, casi
unánime, del pueblo de los Estados Unidos y de su
Presidente Franklin D. Roosevelt, era no repetir la aventura
de la primera Gran Guerra cuando el 6 de abril de 1917
declararon la guerra a Alemania y el 7 de diciembre a
Austria-Hungría, dejando ahora que los europeos
encontraran por si mismos la solución de sus problemas
acordando, en principio, prestar la máxima ayuda a
Inglaterra pero con la salvedad de no enviar tropas a
Europa:
all, short of war (todo menos la guerra
).
Sin embargo, inesperadamente, el 7 de diciembre de 1941,
de madrugada, los japoneses atacaron, sin declarar la guerra
y por sorpresa, a la escuadra americana atracada en la base
naval de Perl Harbour en las Islas Haway .
La tragedia impresionó de tal modo a la opinión pública
norteamericana que, al día siguiente, los Estados Unidos e
Inglaterra declaraban la guerra al Japón. Las potencias del
Eje,Alemania e Italia, la declaraban a los Estados Unidos el
día 11. La Segunda Guerra acababa de transformarse en
Mundial.
La Segunda Guerra Mundial conmocionó grandemente al
pueblo de los Estados Unidos y ante esta conflagración
bélica Roosevelt fue reelegido por tercera vez –caso único
en la historia de su país– Presidente de la Nación.
Las Fuerzas americanas lograron ocupar el Norte de África
obteniendo triunfos que empezaron a inclinar la balanza de
la guerra a favor de los Aliados colaborando, de un modo
decisivo, en la invasión del continente europeo. Fue en este
escenario bélico cuando el Presidente Roosevelt
encomendó a Carlton H. Hayes. –católico practicante y
Presidente de la Conferencia Nacional de
cristianos y judíos– de una delicadísima
misión diplomática: representar a los
Estados Unidos ante el Gobierno español
del General Franco, que se manifestaba
proclive a un mayor entendimiento con
las potencias del Eje que con los Aliados.
El Presidente Roosevelt dió a su nuevo
Embajador en España –desconocedor de
los sinuosos procedimientos
diplomáticos– una única instrucción: que
el General Franco resistiera “con toda su fuerza” frente a
cualquier intento del Eje de avanzar a través de la Península
en la llamada Operación “Félix”, plan para la conquista de
Gibraltar, proyecto abandonado después de la infructuosa
entrevista, el 23 de octubre de 1940, de Hitler con Franco
en la estación ferroviaria en Hendaya.
Recién llegado a Madrid en mayo de 1942, el nuevo
Embajador confesaba a sus colaboradores en la sede
diplomática no haber “oído jamás hablar del wolframío”.
Nada de extraño tiene que careciese de conocimiento
alguno sobre este cuerpo químico y menos aún, de sus
aplicaciones bélicas. Pronto supo lo que era, ya que
–asegura en su obra
Misión de guerra en España
–:“Todos
los miembros de la Embajada lo convirtieron en tópico de
conversación y hasta más de uno soñaban con él durante
la noche”. Fue entonces cuando se enteró de que se
trataba de un elemento químico de gran importancia
militar, empleándose para endurecer el acero como
principal elemento en la producción de chapas acorazadas
para la fabricación de tanques, proyectiles perforantes, etc.
Alemania, como gran potencia bélica dependía, casi por
completo, de España y Portugal, principales países
productores en Europa. Comprando los Estados Unidos a
España grandes cantidades de wolframío,Alemania quedaría
desabastecida. Gracias a la infatigable tarea de Carlton H.
Hayes, a finales de 1942, los Estados Unidos e Inglaterra
compraron en España 350.000 kilos de wolframío.
Roosevelt en un famoso discurso sobre el estado de la
Unión (enero de 1941) había proclamado como las bases
de una comunidad internacional liberada de los
totalitarismos, las que se han llamado “
Cuatro
Libertades
”: Libertad de palabra, Libertad de religión,
Libertad frente al temor y Libertad frente a la miseria. Casi
en sus propios términos las “Cuatro Libertades”, en cuanto
pilares del ideal común de la “Familia Humana”, fueron
incorporadas en diciembre de 1948, al Preámbulo de la
Declaración de los Derechos Humanos en la Asamblea
General de las Naciones Unidas.
José Luís Sebastián López
14
Pliegos de Rebotica
2019
1 Descubierto en 1873 por los hermanos J. José y Fauto de Elhuyar. Por la misma época lo descubrió,
independientemente de aquellos, el sueco Cronstedt, que le dio el nombre de tunsten
El wolframío
1
y su utilización
durante la segunda guerra mundial
(1939-1945)
1...,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13 15,16,17,18,19,20,21,22,23,24,...52
Powered by FlippingBook