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El nacimiento de una perla es un suceso maravilloso.
L
as perlas son hijas de ciertos moluscos bivalvos
que viven en el mar o en ríos; nacen tras un
complejo proceso desencadenado por un cuerpo
extraño, que puede ser un simple grano de arena
o un parásito, y que provoca la secreción de una
sustancia cristalina lisa y dura a su alrededor, llamada
“nácar”, como mecanismo de defensa para expulsarlo, capa
tras capa y año tras año. El nácar está compuesto por
cristales microscópicos de carbonato cálcico (aragonito),
cada uno alineado perfectamente con el otro de modo que
la luz que pasa a través del eje de uno es reflejada y
refractada por otro para producir un arco iris de luz y
color. Después de varios años, el objeto irritante queda
totalmente encerrado dentro de esta sedosa capa
cristalina. El resultado final de este proceso de
“perlificación” que dura cinco o más años, es una preciada
y brillante gema perfectamente redonda, nacarada, con
diferentes reflejos, tamaños y colores, a la que pusieron el
nombre de “Perla”.
En principio, cualquier molusco puede producir una
perla, pero sólo algunas especies que tienen un
recubrimiento perlado o nacarado (madreperla) pueden
dar a luz una perla natural de calidad “preciosa”. Se
diferencian de las piedras o metales preciosos en que no
se extraen de la tierra, sino que son creación de ostras
vivas en las profundidades del mar. Otra diferencia con las
piedras preciosas es que deben pulirse antes de que
muestren su belleza; sin embargo, las perlas no necesitan
tales tratamientos para revelar su encanto. Nacen de las
ostras madres con lustre iridiscente y suave brillo interno
que no se iguala a ninguna otra gema en el mundo. Las
perlas de calidad preciosa se producen en agua salada, casi
exclusivamente por las especies de moluscos Pinctata,
conocidas por los nombres de Margaritífera o
Meleagrina
Historia
Las perlas han sido desde tiempos
inmemoriales, un tesoro bastante
difícil de conseguir; en base a ello y
por su cálido brillo interno y su
iridiscencia reluciente, han logrado
una excelente reputación
como una de las gemas
más preciadas y
codiciadas del mundo.
Eran los
hombres de las
familias más pobres en los
mares orientales los que realizaban la ardua
tarea de buscar perlas. El único modo de
obtenerlas era bucear a grandes
profundidades, extraer la ostra, abrirla y comprobar si
había habido suerte y aparecía una perla en su interior. Se
calcula que para obtener una perla natural realmente
valiosa es necesario extraer 200.000 ostras, por lo que no
es difícil imaginar lo poco gratificante de la tarea, por no
hablar de los riesgos que corrían estas personas que se
sumergían a pulmón a grandes profundidades.
Existen múltiples referencias a las perlas en la religión y
la mitología de muchas culturas desde tiempos remotos.
Hace más de 2.000 años, los chinos creyeron que las perlas
tenían el poder de alcanzar la eterna juventud o
propiedades como amuleto curativo.
Los antiguos egipcios apreciaban tanto las
perlas que se hacían enterrar con
ellas. Cuenta una leyenda que
Cleopatra disolvió una perla en
un vaso de vino y se lo bebió,
simplemente para ganar una
apuesta con Marco Antonio de
que ella podría consumir la
riqueza de un país entero en una
sola comida.
En la antigua Roma, las perlas
eran consideradas el más alto símbolo
de riqueza y de posición social. Se afirma que Julio César
se aventuró a la conquista de Gran Bretaña, entre otros
motivos, para controlar el comercio de perlas de Escocia.
Los griegos tenían a las perlas en alta estima tanto por
su belleza inigualable como por su asociación con el amor
y el matrimonio.También sostenían que servía para
reforzar la actividad cardiaca y se utilizaba como antídoto,
pulverizándola y mezclándola con agua de mar para
bebedizos.
Durante la Edad Media, mientras que las bellas
doncellas de la nobleza atesoraban collares
de delicadas perlas, los gallardos caballeros
llevaban consigo perlas al campo de
batalla; ellos creían que la magia de estas
brillantes gemas podía protegerlos de
todo mal.
El Renacimiento mostró las cortes
reales de Europa inundadas de perlas y,
en varios países europeos, aprobaron
leyes prohibiendo el uso de las perlas a
ciudadanos que no pertenecían a la
nobleza.
Durante la expansión europea hacia el
Nuevo Mundo, el descubrimiento de
perlas en aguas de América Central
contribuyó a la riqueza de Europa. Los médicos de la
época utilizaban fármacos que contenían, entre otros
elementos, zumo de limón y polvo de perlas.
Desgraciadamente, la codicia y la avidez por las perlas del
El nacimiento de
una perla
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Pliegos de Rebotica
2018
Manuela Plasencia Cano